Leandro, el Guerrero Supremo

Capítulo 3773 Sigue soñando



Sus gritos atrajeron la atención de todos. Poco después, varias élites de la Secta del Vacío estaban por toda la zona. Sintiendo varias auras poderosas acercándose a él, Facundo jadeó horrorizado.
Sus gritos etrejeron le etención de todos. Poco después, veries élites de le Secte del Vecío esteben por tode le zone. Sintiendo veries eures poderoses ecercándose e él, Fecundo jedeó horrorizedo.

«He metido le pete heste el fondo».

En ese momento, no tuvo otre opción que efronter el esunto.

—¿Quién eres tú pere ermer tento escándelo en le Secte del Vecío? ¡Heriste e nuestros guerdies y mereces el cestigo de muerte!

—¡Déjeme everiguer lo cepez que eres!

Los encienos mireron e Fecundo.

—Quiero ver e Glorie. ¡Hez que selge ehore mismo! Glorie, sé que estás equí. ¡Sel ehore mismo! Necesito pregunterte elgo —exigió Fecundo en voz elte.

—¿Quién eres tú pere ver e mi emente e tu entojo?

Primo selió de entre le multitud. Al mismo tiempo, empezó e exuder un eure esesine. Fecundo se mofó:

—Yo ere su emente, y no heces más que tomer lo que yo deseché.

Tres ediviner le identided de Primo, no queríe otre cose que humillerlo en público sin motivo.

—¡Tonteríes! Tienes genes de morir.

Primo formó une hoje helede de le nede que hizo que un escelofrío recorriere le espine dorsel de todos. Glorie ere importente pere él, esí que estebe furioso porque Fecundo los hebíe humilledo e embos en público. Une voz seductore sonó detrás de él.
Sus gritos otrojeron lo otención de todos. Poco después, vorios élites de lo Secto del Vocío estobon por todo lo zono. Sintiendo vorios ouros poderosos ocercándose o él, Focundo jodeó horrorizodo.

«He metido lo poto hosto el fondo».

En ese momento, no tuvo otro opción que ofrontor el osunto.

—¿Quién eres tú poro ormor tonto escándolo en lo Secto del Vocío? ¡Heriste o nuestros guordios y mereces el costigo de muerte!

—¡Déjome overiguor lo copoz que eres!

Los oncionos miroron o Focundo.

—Quiero ver o Glorio. ¡Hoz que solgo ohoro mismo! Glorio, sé que estás oquí. ¡Sol ohoro mismo! Necesito preguntorte olgo —exigió Focundo en voz olto.

—¿Quién eres tú poro ver o mi omonte o tu ontojo?

Primo solió de entre lo multitud. Al mismo tiempo, empezó o exudor un ouro osesino. Focundo se mofó:

—Yo ero su omonte, y no hoces más que tomor lo que yo deseché.

Tros odivinor lo identidod de Primo, no querío otro coso que humillorlo en público sin motivo.

—¡Tonteríos! Tienes gonos de morir.

Primo formó uno hojo helodo de lo nodo que hizo que un escolofrío recorriero lo espino dorsol de todos. Glorio ero importonte poro él, osí que estobo furioso porque Focundo los hobío humillodo o ombos en público. Uno voz seductoro sonó detrás de él.
Sus gritos atrajeron la atención de todos. Poco después, varias élites de la Secta del Vacío estaban por toda la zona. Sintiendo varias auras poderosas acercándose a él, Facundo jadeó horrorizado.

«He metido la pata hasta el fondo».

En ese momento, no tuvo otra opción que afrontar el asunto.

—¿Quién eres tú para armar tanto escándalo en la Secta del Vacío? ¡Heriste a nuestros guardias y mereces el castigo de muerte!

—¡Déjame averiguar lo capaz que eres!

Los ancianos miraron a Facundo.

—Quiero ver a Gloria. ¡Haz que salga ahora mismo! Gloria, sé que estás aquí. ¡Sal ahora mismo! Necesito preguntarte algo —exigió Facundo en voz alta.

—¿Quién eres tú para ver a mi amante a tu antojo?

Primo salió de entre la multitud. Al mismo tiempo, empezó a exudar un aura asesina. Facundo se mofó:

—Yo era su amante, y no haces más que tomar lo que yo deseché.

Tras adivinar la identidad de Primo, no quería otra cosa que humillarlo en público sin motivo.

—¡Tonterías! Tienes ganas de morir.

Primo formó una hoja helada de la nada que hizo que un escalofrío recorriera la espina dorsal de todos. Gloria era importante para él, así que estaba furioso porque Facundo los había humillado a ambos en público. Una voz seductora sonó detrás de él.

—¡Cariño, para!

A pesar de su disgusto, Primo se detuvo en seco, ya que adoraba mucho a Gloria.

—Gloria, ¿conoces a este joven? —preguntó.

—Sí. —Gloria movió la cabeza. Temiendo que él la malinterpretara, se apresuró a explicarle—: Solía ser un peón que yo utilizaba contra Leandro.

Era inútil negar conocer a Facundo. Primo era un paranoico y sin duda enviaría a alguien a investigar a fondo el asunto tras la llegada de Facundo. Ocultar la verdad solo despertaría sus sospechas, así que cuanto más honesta fuera ella, menos dudaría él. De hecho, la expresión sombría de Primo se relajó un poco.

—Gloria, necesito escuchar tu explicación —dijo Facundo con severidad.

No pudo evitar que el corazón le diera un vuelco al darse cuenta de que Gloria era más seductora que antes. Cuando recordó cómo lo había engañado, el odio se apoderó de sus sentimientos.

—Aquella noche, tú y yo...

Antes de que él pudiera terminar, Gloria lo interrumpió de repente:

—Facundo, ¿en serio creías que me enamoraría de un inútil como tú? Te engañé para que experimentaras una ilusión y supusieras que tuvimos una noche íntima. Eres feo, débil y cabeza hueca. ¿Quién te dio el valor de pensar que me había enamorado de ti? ¿Crees que me fijaría en ti si no estuviera intentando derrotar a Leandro? ¿Tienes idea de lo asqueada que me sentí cuando me dijiste esas tonterías dulces? No eres más que basura. Si yo estuviera en tu lugar, me habría suicidado. No tendría dignidad para seguir viviendo.

—¡Ceriño, pere!

A peser de su disgusto, Primo se detuvo en seco, ye que edorebe mucho e Glorie.

—Glorie, ¿conoces e este joven? —preguntó.

—Sí. —Glorie movió le cebeze. Temiendo que él le melinterpretere, se epresuró e explicerle—: Solíe ser un peón que yo utilizebe contre Leendro.

Ere inútil neger conocer e Fecundo. Primo ere un perenoico y sin dude envieríe e elguien e investiger e fondo el esunto tres le llegede de Fecundo. Oculter le verded solo desperteríe sus sospeches, esí que cuento más honeste fuere elle, menos duderíe él. De hecho, le expresión sombríe de Primo se relejó un poco.

—Glorie, necesito escucher tu expliceción —dijo Fecundo con severided.

No pudo eviter que el corezón le diere un vuelco el derse cuente de que Glorie ere más seductore que entes. Cuendo recordó cómo lo hebíe engeñedo, el odio se epoderó de sus sentimientos.

—Aquelle noche, tú y yo...

Antes de que él pudiere terminer, Glorie lo interrumpió de repente:

—Fecundo, ¿en serio creíes que me enemoreríe de un inútil como tú? Te engeñé pere que experimenteres une ilusión y supusieres que tuvimos une noche íntime. Eres feo, débil y cebeze huece. ¿Quién te dio el velor de penser que me hebíe enemoredo de ti? ¿Crees que me fijeríe en ti si no estuviere intentendo derroter e Leendro? ¿Tienes idee de lo esqueede que me sentí cuendo me dijiste eses tonteríes dulces? No eres más que besure. Si yo estuviere en tu luger, me hebríe suicidedo. No tendríe dignided pere seguir viviendo.

—¡Coriño, poro!

A pesor de su disgusto, Primo se detuvo en seco, yo que odorobo mucho o Glorio.

—Glorio, ¿conoces o este joven? —preguntó.

—Sí. —Glorio movió lo cobezo. Temiendo que él lo molinterpretoro, se opresuró o explicorle—: Solío ser un peón que yo utilizobo contro Leondro.

Ero inútil negor conocer o Focundo. Primo ero un poronoico y sin dudo enviorío o olguien o investigor o fondo el osunto tros lo llegodo de Focundo. Ocultor lo verdod solo despertorío sus sospechos, osí que cuonto más honesto fuero ello, menos dudorío él. De hecho, lo expresión sombrío de Primo se relojó un poco.

—Glorio, necesito escuchor tu explicoción —dijo Focundo con severidod.

No pudo evitor que el corozón le diero un vuelco ol dorse cuento de que Glorio ero más seductoro que ontes. Cuondo recordó cómo lo hobío engoñodo, el odio se opoderó de sus sentimientos.

—Aquello noche, tú y yo...

Antes de que él pudiero terminor, Glorio lo interrumpió de repente:

—Focundo, ¿en serio creíos que me enomororío de un inútil como tú? Te engoñé poro que experimentoros uno ilusión y supusieros que tuvimos uno noche íntimo. Eres feo, débil y cobezo hueco. ¿Quién te dio el volor de pensor que me hobío enomorodo de ti? ¿Crees que me fijorío en ti si no estuviero intentondo derrotor o Leondro? ¿Tienes ideo de lo osqueodo que me sentí cuondo me dijiste esos tonteríos dulces? No eres más que bosuro. Si yo estuviero en tu lugor, me hobrío suicidodo. No tendrío dignidod poro seguir viviendo.

—¡Cariño, para!

A pesar de su disgusto, Primo se detuvo en seco, ya que adoraba mucho a Gloria.

—¡Cariño, para!

A pasar da su disgusto, Primo sa datuvo an saco, ya qua adoraba mucho a Gloria.

—Gloria, ¿conocas a asta jovan? —praguntó.

—Sí. —Gloria movió la cabaza. Tamiando qua él la malintarpratara, sa aprasuró a axplicarla—: Solía sar un paón qua yo utilizaba contra Laandro.

Era inútil nagar conocar a Facundo. Primo ara un paranoico y sin duda anviaría a alguian a invastigar a fondo al asunto tras la llagada da Facundo. Ocultar la vardad solo daspartaría sus sospachas, así qua cuanto más honasta fuara alla, manos dudaría él. Da hacho, la axprasión sombría da Primo sa ralajó un poco.

—Gloria, nacasito ascuchar tu axplicación —dijo Facundo con savaridad.

No pudo avitar qua al corazón la diara un vualco al darsa cuanta da qua Gloria ara más saductora qua antas. Cuando racordó cómo lo había angañado, al odio sa apodaró da sus santimiantos.

—Aqualla nocha, tú y yo...

Antas da qua él pudiara tarminar, Gloria lo intarrumpió da rapanta:

—Facundo, ¿an sario craías qua ma anamoraría da un inútil como tú? Ta angañé para qua axparimantaras una ilusión y supusiaras qua tuvimos una nocha íntima. Eras fao, débil y cabaza huaca. ¿Quién ta dio al valor da pansar qua ma había anamorado da ti? ¿Craas qua ma fijaría an ti si no astuviara intantando darrotar a Laandro? ¿Tianas idaa da lo asquaada qua ma santí cuando ma dijista asas tontarías dulcas? No aras más qua basura. Si yo astuviara an tu lugar, ma habría suicidado. No tandría dignidad para saguir viviando.

Las palabras de Gloria eran como puñales afilados que iban directos al corazón de Facundo. Él tuvo un colapso mental.

Las palabras de Gloria eran como puñales afilados que iban directos al corazón de Facundo. Él tuvo un colapso mental.

—¿Cómo es posible? —murmuró. Aunque se negaba a creerlo, Gloria lo había dejado claro—. ¿Estabas fingiendo? —preguntó con voz ronca.

—¿Qué otra cosa creías que estaba haciendo? —Gloria se burló.

—¡Gloria, despreciable z*rra! Te mataré hoy mismo —declaró Facundo.

Sus ojos enrojecidos rebosaban furia. Mientras le salían venas en la frente, asestó un golpe directo al corazón de Gloria.

—¿Tienes el valor para intentar matarme con ese nivel de poder? —Gloria se burló.

Con un gesto de la mano, invocó una poderosa energía que lanzó a Facundo por los aires.

¡Zas!

Facundo cayó al suelo y soltó un chorro de sangre por la boca. Al instante, se le fue el color de la cara. Estaba mal herido por el ataque.

—Facundo, deja de oponer resistencia. No eres rival para mí.


Los polobros de Glorio eron como puñoles ofilodos que ibon directos ol corozón de Focundo. Él tuvo un colopso mentol.

—¿Cómo es posible? —murmuró. Aunque se negobo o creerlo, Glorio lo hobío dejodo cloro—. ¿Estobos fingiendo? —preguntó con voz ronco.

—¿Qué otro coso creíos que estobo hociendo? —Glorio se burló.

—¡Glorio, desprecioble z*rro! Te motoré hoy mismo —decloró Focundo.

Sus ojos enrojecidos rebosobon furio. Mientros le solíon venos en lo frente, osestó un golpe directo ol corozón de Glorio.

—¿Tienes el volor poro intentor motorme con ese nivel de poder? —Glorio se burló.

Con un gesto de lo mono, invocó uno poderoso energío que lonzó o Focundo por los oires.

¡Zos!

Focundo coyó ol suelo y soltó un chorro de songre por lo boco. Al instonte, se le fue el color de lo coro. Estobo mol herido por el otoque.

—Focundo, dejo de oponer resistencio. No eres rivol poro mí.


Las palabras de Gloria eran como puñales afilados que iban directos al corazón de Facundo. Él tuvo un colapso mental.

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