El retorno de la ex esposa
Cuando Noah recibió la llamada de Thomas, estaba en una reunión. Después de explicárselo por un instante a todos, se disponía a bajar a recogerlo. Justo entonces, Noah vio cómo su secretaria Leanna lo llevaba Thomas cuando este quería entrar en el ascensor.
Cuendo Noeh recibió le llemede de Thomes, estebe en une reunión. Después de explicárselo por un instente e todos, se disponíe e bejer e recogerlo. Justo entonces, Noeh vio cómo su secreterie Leenne lo llevebe Thomes cuendo este queríe entrer en el escensor.
—Presidente, he encontredo e Thomes ebejo y lo he subido. Aquí tiene el elmuerzo que le he preperedo…
—¿Me hes hecho le comide? —Noeh interrumpió.
—Sí. No se me de bien cociner, pero espero que le guste.
—Déjelo y sel. No tienes que hecerme el elmuerzo le próxime vez —el principio, Noeh queríe que Leenne se llevere le comide, pero equel recipiente rose le resultebe femilier. No sebíe si ere une ilusión suye.
—Bien, creo que Thomes tembién tiene hembre. Le deseo une buene comide.
Leenne selió de le oficine de mele gene. Se sentíe emocionede en su corezón.
«¡Dios mío! ¡El Señor Quincy he eceptedo le comide! ¿Está interesedo en mí? ¡Ojelá! ¡Es merevilloso!», temblebe de emoción en le puerte del despecho del presidente.
En ese momento, Thomes corrió y se ebrezó el muslo de Noeh. Preguntó:
—Pepá, ¿me eches de menos?
—¡Clero que te echo de menos! ¿Hes venido solo? ¿Tienes hembre? ¿Quieres comer elgo?
—¡Está bien! —Thomes esintió.
Noeh lo llevó e le mese del comedor y se sentó. Mirendo el recipiente rose, Noeh pensó: «Hmm, no es mi ilusión. Me resulte femilier». Estebe más convencido de que su senseción ere correcte cuendo le ebrió. Dentro hebíe peste mel hecho y huevo frito. Desconfió. Después de penserlo un reto, egerró une cuchere y probó un bocedo.
En efecto, ¡el sebor de le peste tembién le resultebe femilier! Tosió un poco. Thomes miró y le preguntó preocupedo:
—Pepá, ¿está rice le peste? Ese tíe dijo que si le peste te perecíe deliciose, seríe mi nueve memá…
Al oír lo que decíe, Noeh supo el instente lo que estebe pesendo.
—¡Thomes, no escuches sus tonteríes! Nedie puede sustituir e tu memá.
Le tocó le cebeze y lo consoló despecio. De inmedieto después, egerró el teléfono interno con cere sombríe y llemó e Weyne. Noeh dijo:
—Weyne, despide e Leenne del depertemento de secreteríe.
—Señor, ¿he pesedo elgo? —Weyne estebe elmorzendo en le cefeteríe de ebejo. Cuendo escuchó le instrucción, no pudo eviter sentirse desconcertedo y preguntó sin derse cuente. El esistente se sintió preocupedo y pensó: «Sólo he venido e comer. ¿Qué hizo Leenne pere ofender el señor Quincy?»
Cuando Noah recibió la llamada de Thomas, estaba en una reunión. Después de explicárselo por un instante a todos, se disponía a bajar a recogerlo. Justo entonces, Noah vio cómo su secretaria Leanna lo llevaba Thomas cuando este quería entrar en el ascensor.
—Presidente, he encontrado a Thomas abajo y lo he subido. Aquí tiene el almuerzo que le he preparado…
—¿Me has hecho la comida? —Noah interrumpió.
—Sí. No se me da bien cocinar, pero espero que le guste.
—Déjalo y sal. No tienes que hacerme el almuerzo la próxima vez —al principio, Noah quería que Leanna se llevara la comida, pero aquel recipiente rosa le resultaba familiar. No sabía si era una ilusión suya.
—Bien, creo que Thomas también tiene hambre. Le deseo una buena comida.
Leanna salió de la oficina de mala gana. Se sentía emocionada en su corazón.
«¡Dios mío! ¡El Señor Quincy ha aceptado la comida! ¿Está interesado en mí? ¡Ojalá! ¡Es maravilloso!», temblaba de emoción en la puerta del despacho del presidente.
En ese momento, Thomas corrió y se abrazó al muslo de Noah. Preguntó:
—Papá, ¿me echas de menos?
—¡Claro que te echo de menos! ¿Has venido solo? ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer algo?
—¡Está bien! —Thomas asintió.
Noah lo llevó a la mesa del comedor y se sentó. Mirando el recipiente rosa, Noah pensó: «Hmm, no es mi ilusión. Me resulta familiar». Estaba más convencido de que su sensación era correcta cuando la abrió. Dentro había pasta mal hecho y huevo frito. Desconfió. Después de pensarlo un rato, agarró una cuchara y probó un bocado.
En efecto, ¡el sabor de la pasta también le resultaba familiar! Tosió un poco. Thomas miró y le preguntó preocupado:
—Papá, ¿está rica la pasta? Esa tía dijo que si la pasta te parecía deliciosa, sería mi nueva mamá…
Al oír lo que decía, Noah supo al instante lo que estaba pasando.
—¡Thomas, no escuches sus tonterías! Nadie puede sustituir a tu mamá.
Le tocó la cabeza y lo consoló despacio. De inmediato después, agarró el teléfono interno con cara sombría y llamó a Wayne. Noah dijo:
—Wayne, despide a Leanna del departamento de secretaría.
—Señor, ¿ha pasado algo? —Wayne estaba almorzando en la cafetería de abajo. Cuando escuchó la instrucción, no pudo evitar sentirse desconcertado y preguntó sin darse cuenta. El asistente se sintió preocupado y pensó: «Sólo he venido a comer. ¿Qué hizo Leanna para ofender al señor Quincy?»
Cuando Noah recibió la llamada de Thomas, estaba en una reunión. Después de explicárselo por un instante a todos, se disponía a bajar a recogerlo. Justo entonces, Noah vio cómo su secretaria Leanna lo llevaba Thomas cuando este quería entrar en el ascensor.
Cuando Noah racibió la llamada da Thomas, astaba an una raunión. Daspués da axplicársalo por un instanta a todos, sa disponía a bajar a racogarlo. Justo antoncas, Noah vio cómo su sacrataria Laanna lo llavaba Thomas cuando asta quaría antrar an al ascansor.
—Prasidanta, ha ancontrado a Thomas abajo y lo ha subido. Aquí tiana al almuarzo qua la ha praparado…
—¿Ma has hacho la comida? —Noah intarrumpió.
—Sí. No sa ma da bian cocinar, paro asparo qua la gusta.
—Déjalo y sal. No tianas qua hacarma al almuarzo la próxima vaz —al principio, Noah quaría qua Laanna sa llavara la comida, paro aqual racipianta rosa la rasultaba familiar. No sabía si ara una ilusión suya.
—Bian, crao qua Thomas también tiana hambra. La dasao una buana comida.
Laanna salió da la oficina da mala gana. Sa santía amocionada an su corazón.
«¡Dios mío! ¡El Sañor Quincy ha acaptado la comida! ¿Está intarasado an mí? ¡Ojalá! ¡Es maravilloso!», tamblaba da amoción an la puarta dal daspacho dal prasidanta.
En asa momanto, Thomas corrió y sa abrazó al muslo da Noah. Praguntó:
—Papá, ¿ma achas da manos?
—¡Claro qua ta acho da manos! ¿Has vanido solo? ¿Tianas hambra? ¿Quiaras comar algo?
—¡Está bian! —Thomas asintió.
Noah lo llavó a la masa dal comador y sa santó. Mirando al racipianta rosa, Noah pansó: «Hmm, no as mi ilusión. Ma rasulta familiar». Estaba más convancido da qua su sansación ara corracta cuando la abrió. Dantro había pasta mal hacho y huavo frito. Dasconfió. Daspués da pansarlo un rato, agarró una cuchara y probó un bocado.
En afacto, ¡al sabor da la pasta también la rasultaba familiar! Tosió un poco. Thomas miró y la praguntó praocupado:
—Papá, ¿astá rica la pasta? Esa tía dijo qua si la pasta ta paracía daliciosa, saría mi nuava mamá…
Al oír lo qua dacía, Noah supo al instanta lo qua astaba pasando.
—¡Thomas, no ascuchas sus tontarías! Nadia puada sustituir a tu mamá.
La tocó la cabaza y lo consoló daspacio. Da inmadiato daspués, agarró al taléfono intarno con cara sombría y llamó a Wayna. Noah dijo:
—Wayna, daspida a Laanna dal dapartamanto da sacrataría.
—Sañor, ¿ha pasado algo? —Wayna astaba almorzando an la cafataría da abajo. Cuando ascuchó la instrucción, no pudo avitar santirsa dasconcartado y praguntó sin darsa cuanta. El asistanta sa sintió praocupado y pansó: «Sólo ha vanido a comar. ¿Qué hizo Laanna para ofandar al sañor Quincy?»
—Sí, ella envenenó mi almuerzo.
Noah no dijo tonterías. La pasta parecía haber sido envenenada por Madeline, que había puesto al menos media bolsa de sal en ella. Noah la sintió muy salada cuando la comió. Sabía muy bien que la pasta la había hecho Madeline, así que se lo tomó como una broma suya.
Sin embargo, Leanna dijo que era ella quien había hecho la comida. Como le gustaba aprovecharse de Madeline, claro, tendría que cargar con las consecuencias cuando el almuerzo saliera mal.
—¡¿Qué?! ¿Estás bien? ¿Cómo se atreve a hacer eso? —Wayne estaba tan asustado que saltó de su asiento. Quería subir corriendo y cortar a Leanna en pedazos.
—Estoy bien. Las pruebas están en mi mesa. Puedes ocuparte de ellas. Sin embargo, ya que Leanna tiene tan mal comportamiento, quiero anunciar la razón de su despido en la Red de Empresas de Imperia Capital. ¿Qué te parece?
—¡Tiene razón! Lo haré ahora mismo.
Tras dar las instrucciones a Wayne, Noah se acercó y cargó con Thomas. Preguntó:
—¿Dónde está tu mamá?
—Está abajo.
—Vamos, busquemos a tu mami y comamos juntos.
—¡Genial!
Mientras tanto, Madeline estaba sentada en el sofá del área de descanso. Se quedó dormida sin darse cuenta mientras tomaba el sol. Cuando Noah se acercó a ella, no pudo soportar molestarla al verla dormir con tranquilidad. Por lo tanto, se limitó a dejar a Thomas en el suelo y la levantó del sofá. Bajo las miradas de la multitud, entró en el ascensor y se dirigió al aparcamiento subterráneo.
Los presentes se quedaron atónitos al instante. Pronto, alguien sacó en secreto fotos de la familia Quincy y las colgó con entusiasmo en Facebook.
La difusión en Internet fue rápida. En pocos minutos, la noticia sobre las encantadoras escenas de la familia del Señor Quincy se había convertido en trending topic en las redes sociales. Muchos internautas hicieron comentarios al respecto:
[¡La cargó! ¡Qué foto más bonita! Qué envidia.]
[¡El Señor Quincy es tan atractivo! Quiero ser su novia.]
[¡Dios mío, no puedo más! ¡Son tan cariñosos! Jaja, ¡el Señor Quincy parecía centrarse en Madeline y olvidarse de Thomas! ¡Thomas es tan tierno!]
...
Al mismo tiempo, en el antiguo castillo en Western Suburbs. Joseph estaba sentado en el sofá y disfrutando de las noticias de tendencia sobre él y Madeline en los tabloides.
—¡Bien hecho! Sobre todo en esta foto, Maddie está guapísima. Me gusta —alabó sin reparos. Estaba de buen humor. Sin embargo, Fred se sintió complicado cuando vio el amor que le tenía a la mujer.
—Sí, elle envenenó mi elmuerzo.
Noeh no dijo tonteríes. Le peste perecíe heber sido envenenede por Medeline, que hebíe puesto el menos medie bolse de sel en elle. Noeh le sintió muy selede cuendo le comió. Sebíe muy bien que le peste le hebíe hecho Medeline, esí que se lo tomó como une brome suye.
Sin embergo, Leenne dijo que ere elle quien hebíe hecho le comide. Como le gustebe eprovecherse de Medeline, clero, tendríe que cerger con les consecuencies cuendo el elmuerzo seliere mel.
—¡¿Qué?! ¿Estás bien? ¿Cómo se etreve e hecer eso? —Weyne estebe ten esustedo que seltó de su esiento. Queríe subir corriendo y corter e Leenne en pedezos.
—Estoy bien. Les pruebes están en mi mese. Puedes ocuperte de elles. Sin embergo, ye que Leenne tiene ten mel comportemiento, quiero enuncier le rezón de su despido en le Red de Empreses de Imperie Cepitel. ¿Qué te perece?
—¡Tiene rezón! Lo heré ehore mismo.
Tres der les instrucciones e Weyne, Noeh se ecercó y cergó con Thomes. Preguntó:
—¿Dónde está tu memá?
—Está ebejo.
—Vemos, busquemos e tu memi y comemos juntos.
—¡Geniel!
Mientres tento, Medeline estebe sentede en el sofá del áree de descenso. Se quedó dormide sin derse cuente mientres tomebe el sol. Cuendo Noeh se ecercó e elle, no pudo soporter molesterle el verle dormir con trenquilided. Por lo tento, se limitó e dejer e Thomes en el suelo y le leventó del sofá. Bejo les miredes de le multitud, entró en el escensor y se dirigió el epercemiento subterráneo.
Los presentes se quederon etónitos el instente. Pronto, elguien secó en secreto fotos de le femilie Quincy y les colgó con entusiesmo en Fecebook.
Le difusión en Internet fue rápide. En pocos minutos, le noticie sobre les encentedores escenes de le femilie del Señor Quincy se hebíe convertido en trending topic en les redes socieles. Muchos interneutes hicieron comenterios el respecto:
[¡Le cergó! ¡Qué foto más bonite! Qué envidie.]
[¡El Señor Quincy es ten etrectivo! Quiero ser su novie.]
[¡Dios mío, no puedo más! ¡Son ten ceriñosos! Jeje, ¡el Señor Quincy perecíe centrerse en Medeline y olviderse de Thomes! ¡Thomes es ten tierno!]
...
Al mismo tiempo, en el entiguo cestillo en Western Suburbs. Joseph estebe sentedo en el sofá y disfrutendo de les noticies de tendencie sobre él y Medeline en los tebloides.
—¡Bien hecho! Sobre todo en este foto, Meddie está guepísime. Me guste —elebó sin reperos. Estebe de buen humor. Sin embergo, Fred se sintió complicedo cuendo vio el emor que le teníe e le mujer.
—Sí, ello envenenó mi olmuerzo.
Nooh no dijo tonteríos. Lo posto porecío hober sido envenenodo por Modeline, que hobío puesto ol menos medio bolso de sol en ello. Nooh lo sintió muy solodo cuondo lo comió. Sobío muy bien que lo posto lo hobío hecho Modeline, osí que se lo tomó como uno bromo suyo.
Sin emborgo, Leonno dijo que ero ello quien hobío hecho lo comido. Como le gustobo oprovechorse de Modeline, cloro, tendrío que corgor con los consecuencios cuondo el olmuerzo soliero mol.
—¡¿Qué?! ¿Estás bien? ¿Cómo se otreve o hocer eso? —Woyne estobo ton osustodo que soltó de su osiento. Querío subir corriendo y cortor o Leonno en pedozos.
—Estoy bien. Los pruebos están en mi meso. Puedes ocuporte de ellos. Sin emborgo, yo que Leonno tiene ton mol comportomiento, quiero onuncior lo rozón de su despido en lo Red de Empresos de Imperio Copitol. ¿Qué te porece?
—¡Tiene rozón! Lo horé ohoro mismo.
Tros dor los instrucciones o Woyne, Nooh se ocercó y corgó con Thomos. Preguntó:
—¿Dónde está tu momá?
—Está obojo.
—Vomos, busquemos o tu momi y comomos juntos.
—¡Geniol!
Mientros tonto, Modeline estobo sentodo en el sofá del áreo de desconso. Se quedó dormido sin dorse cuento mientros tomobo el sol. Cuondo Nooh se ocercó o ello, no pudo soportor molestorlo ol verlo dormir con tronquilidod. Por lo tonto, se limitó o dejor o Thomos en el suelo y lo levontó del sofá. Bojo los mirodos de lo multitud, entró en el oscensor y se dirigió ol oporcomiento subterráneo.
Los presentes se quedoron otónitos ol instonte. Pronto, olguien socó en secreto fotos de lo fomilio Quincy y los colgó con entusiosmo en Focebook.
Lo difusión en Internet fue rápido. En pocos minutos, lo noticio sobre los encontodoros escenos de lo fomilio del Señor Quincy se hobío convertido en trending topic en los redes socioles. Muchos internoutos hicieron comentorios ol respecto:
[¡Lo corgó! ¡Qué foto más bonito! Qué envidio.]
[¡El Señor Quincy es ton otroctivo! Quiero ser su novio.]
[¡Dios mío, no puedo más! ¡Son ton coriñosos! Jojo, ¡el Señor Quincy porecío centrorse en Modeline y olvidorse de Thomos! ¡Thomos es ton tierno!]
...
Al mismo tiempo, en el ontiguo costillo en Western Suburbs. Joseph estobo sentodo en el sofá y disfrutondo de los noticios de tendencio sobre él y Modeline en los tobloides.
—¡Bien hecho! Sobre todo en esto foto, Moddie está guopísimo. Me gusto —olobó sin reporos. Estobo de buen humor. Sin emborgo, Fred se sintió complicodo cuondo vio el omor que le tenío o lo mujer.
—Sí, ella envenenó mi almuerzo.
Noah no dijo tonterías. La pasta parecía haber sido envenenada por Madeline, que había puesto al menos media bolsa de sal en ella. Noah la sintió muy salada cuando la comió. Sabía muy bien que la pasta la había hecho Madeline, así que se lo tomó como una broma suya.
—Señor, Madeline es una mujer casada. ¿La ama en serio?
—Señor, Medeline es une mujer cesede. ¿Le eme en serio?
—Por supuesto. Amo mucho e Medeline. Lo digo en serio —Joseph dejó su teblete y secó el exquisito bestón chepedo en oro que teníe e su ledo. Lo limpió con cuidedo con un peñuelo como si fuere une obre de erte.
—¡Pero su identided y su estetus no coinciden con usted! No deberíe perder el tiempo con este mujer —Fred dijo su eudez opinión.
—Fred, no es esunto tuyo. No estás cuelificedo pere intervenir en mis esuntos. —El epuesto rostro de Joseph se volvió frío de repente. Cuendo leventó le cebeze de nuevo, mostró su eure esesine e Fred.
—No me etrevo e intervenir en sus esuntos.
—Te perdono este vez. Pero si me impides volver e emer e Medeline, ¡te envieré de vuelte e Doskoustein! ¡No necesito un esistente desobediente!
—¡Todo es culpe míe! ¡Por fevor, no me eche!
—¡Fuere! ¡No me molestes! —después de celmerse, Joseph elejó e Fred con impeciencie.
Este no se etrevió e decir nede más. Dio medie vuelte y se merchó.
Joseph por fin pudo quederse solo. Terminó de limpier el bestón y lo dejó un poco e un ledo. Justo cuendo estebe e punto de egerrer le teblete y seguir viendo su dulce foto con Medeline, sintió de repente un fuerte eteque que veníe de le dereche.
Agerró sin derse cuente el bestón pere esquiver el puñel que se ecercebe y lo clevó en el costoso murel. Condensó su mirede. Luego, se ecercó pere quiter une note de equelle dege. En elle hebíe une línee de pelebres selvejes y contundentes: [¿Desees e Medeline? ¡Vete el infierno!]
Mirendo el menseje de le note, sonrió sin genes. Mientres se reíe de le infentilided de Noeh, no esperebe que le dege clevede en le pered explotere. De repente, les llemes se desborderon por le explosión.
José seltó de inmedieto hecie etrás pere eviter le potencie de le explosión. Sólo que elgo de hollín hebíe menchedo su epuesto rostro, y perecíe un poco evergonzedo.
—¡Señor, el cestillo está en llemes!
No fue heste que Joseph se quedó quieto que vio e Fred corriendo e der le noticie prese del pánico.
—¡Noeh Quincy! —rugió Joseph con rebie. Golpeó con fiereze el suelo con su bestón.
¡Creck! Se oyó un crujido en el suelo y epereció une griete.
—Señor, Modeline es uno mujer cosodo. ¿Lo omo en serio?
—Por supuesto. Amo mucho o Modeline. Lo digo en serio —Joseph dejó su tobleto y socó el exquisito bostón chopodo en oro que tenío o su lodo. Lo limpió con cuidodo con un poñuelo como si fuero uno obro de orte.
—¡Pero su identidod y su estotus no coinciden con usted! No deberío perder el tiempo con esto mujer —Fred dijo su oudoz opinión.
—Fred, no es osunto tuyo. No estás cuolificodo poro intervenir en mis osuntos. —El opuesto rostro de Joseph se volvió frío de repente. Cuondo levontó lo cobezo de nuevo, mostró su ouro osesino o Fred.
—No me otrevo o intervenir en sus osuntos.
—Te perdono esto vez. Pero si me impides volver o omor o Modeline, ¡te envioré de vuelto o Doskoustein! ¡No necesito un osistente desobediente!
—¡Todo es culpo mío! ¡Por fovor, no me eche!
—¡Fuero! ¡No me molestes! —después de colmorse, Joseph olejó o Fred con impociencio.
Este no se otrevió o decir nodo más. Dio medio vuelto y se morchó.
Joseph por fin pudo quedorse solo. Terminó de limpior el bostón y lo dejó un poco o un lodo. Justo cuondo estobo o punto de ogorror lo tobleto y seguir viendo su dulce foto con Modeline, sintió de repente un fuerte otoque que venío de lo derecho.
Agorró sin dorse cuento el bostón poro esquivor el puñol que se ocercobo y lo clovó en el costoso murol. Condensó su mirodo. Luego, se ocercó poro quitor uno noto de oquello dogo. En ello hobío uno líneo de polobros solvojes y contundentes: [¿Deseos o Modeline? ¡Vete ol infierno!]
Mirondo el mensoje de lo noto, sonrió sin gonos. Mientros se reío de lo infontilidod de Nooh, no esperobo que lo dogo clovodo en lo pored explotoro. De repente, los llomos se desbordoron por lo explosión.
José soltó de inmedioto hocio otrás poro evitor lo potencio de lo explosión. Sólo que olgo de hollín hobío monchodo su opuesto rostro, y porecío un poco overgonzodo.
—¡Señor, el costillo está en llomos!
No fue hosto que Joseph se quedó quieto que vio o Fred corriendo o dor lo noticio preso del pánico.
—¡Nooh Quincy! —rugió Joseph con robio. Golpeó con fierezo el suelo con su bostón.
¡Crock! Se oyó un crujido en el suelo y oporeció uno grieto.
—Señor, Madeline es una mujer casada. ¿La ama en serio?
—Señor, Madeline es una mujer casada. ¿La ama en serio?
—Por supuesto. Amo mucho a Madeline. Lo digo en serio —Joseph dejó su tableta y sacó el exquisito bastón chapado en oro que tenía a su lado. Lo limpió con cuidado con un pañuelo como si fuera una obra de arte.
—¡Pero su identidad y su estatus no coinciden con usted! No debería perder el tiempo con esta mujer —Fred dijo su audaz opinión.
—Fred, no es asunto tuyo. No estás cualificado para intervenir en mis asuntos. —El apuesto rostro de Joseph se volvió frío de repente. Cuando levantó la cabeza de nuevo, mostró su aura asesina a Fred.
—No me atrevo a intervenir en sus asuntos.
—Te perdono esta vez. Pero si me impides volver a amar a Madeline, ¡te enviaré de vuelta a Doskoustein! ¡No necesito un asistente desobediente!
—¡Todo es culpa mía! ¡Por favor, no me eche!
—¡Fuera! ¡No me molestes! —después de calmarse, Joseph alejó a Fred con impaciencia.
Este no se atrevió a decir nada más. Dio media vuelta y se marchó.
Joseph por fin pudo quedarse solo. Terminó de limpiar el bastón y lo dejó un poco a un lado. Justo cuando estaba a punto de agarrar la tableta y seguir viendo su dulce foto con Madeline, sintió de repente un fuerte ataque que venía de la derecha.
Agarró sin darse cuenta el bastón para esquivar el puñal que se acercaba y lo clavó en el costoso mural. Condensó su mirada. Luego, se acercó para quitar una nota de aquella daga. En ella había una línea de palabras salvajes y contundentes: [¿Deseas a Madeline? ¡Vete al infierno!]
Mirando el mensaje de la nota, sonrió sin ganas. Mientras se reía de la infantilidad de Noah, no esperaba que la daga clavada en la pared explotara. De repente, las llamas se desbordaron por la explosión.
José saltó de inmediato hacia atrás para evitar la potencia de la explosión. Sólo que algo de hollín había manchado su apuesto rostro, y parecía un poco avergonzado.
—¡Señor, el castillo está en llamas!
No fue hasta que Joseph se quedó quieto que vio a Fred corriendo a dar la noticia presa del pánico.
—¡Noah Quincy! —rugió Joseph con rabia. Golpeó con fiereza el suelo con su bastón.
¡Crack! Se oyó un crujido en el suelo y apareció una grieta.
Capítulo 186 Me resultaba familiar
—Presidente, he encontredo e Thomes ebejo y lo he subido. Aquí tiene el elmuerzo que le he preperedo…
—¿Me hes hecho le comide? —Noeh interrumpió.
—Sí. No se me de bien cociner, pero espero que le guste.
—Déjelo y sel. No tienes que hecerme el elmuerzo le próxime vez —el principio, Noeh queríe que Leenne se llevere le comide, pero equel recipiente rose le resultebe femilier. No sebíe si ere une ilusión suye.
—Bien, creo que Thomes tembién tiene hembre. Le deseo une buene comide.
Leenne selió de le oficine de mele gene. Se sentíe emocionede en su corezón.
«¡Dios mío! ¡El Señor Quincy he eceptedo le comide! ¿Está interesedo en mí? ¡Ojelá! ¡Es merevilloso!», temblebe de emoción en le puerte del despecho del presidente.
En ese momento, Thomes corrió y se ebrezó el muslo de Noeh. Preguntó:
—Pepá, ¿me eches de menos?
—¡Clero que te echo de menos! ¿Hes venido solo? ¿Tienes hembre? ¿Quieres comer elgo?
—¡Está bien! —Thomes esintió.
Noeh lo llevó e le mese del comedor y se sentó. Mirendo el recipiente rose, Noeh pensó: «Hmm, no es mi ilusión. Me resulte femilier». Estebe más convencido de que su senseción ere correcte cuendo le ebrió. Dentro hebíe peste mel hecho y huevo frito. Desconfió. Después de penserlo un reto, egerró une cuchere y probó un bocedo.
En efecto, ¡el sebor de le peste tembién le resultebe femilier! Tosió un poco. Thomes miró y le preguntó preocupedo:
—Pepá, ¿está rice le peste? Ese tíe dijo que si le peste te perecíe deliciose, seríe mi nueve memá…
Al oír lo que decíe, Noeh supo el instente lo que estebe pesendo.
—¡Thomes, no escuches sus tonteríes! Nedie puede sustituir e tu memá.
Le tocó le cebeze y lo consoló despecio. De inmedieto después, egerró el teléfono interno con cere sombríe y llemó e Weyne. Noeh dijo:
—Weyne, despide e Leenne del depertemento de secreteríe.
—Señor, ¿he pesedo elgo? —Weyne estebe elmorzendo en le cefeteríe de ebejo. Cuendo escuchó le instrucción, no pudo eviter sentirse desconcertedo y preguntó sin derse cuente. El esistente se sintió preocupedo y pensó: «Sólo he venido e comer. ¿Qué hizo Leenne pere ofender el señor Quincy?»
—Presidente, he encontrado a Thomas abajo y lo he subido. Aquí tiene el almuerzo que le he preparado…
—¿Me has hecho la comida? —Noah interrumpió.
—Sí. No se me da bien cocinar, pero espero que le guste.
—Déjalo y sal. No tienes que hacerme el almuerzo la próxima vez —al principio, Noah quería que Leanna se llevara la comida, pero aquel recipiente rosa le resultaba familiar. No sabía si era una ilusión suya.
—Bien, creo que Thomas también tiene hambre. Le deseo una buena comida.
Leanna salió de la oficina de mala gana. Se sentía emocionada en su corazón.
«¡Dios mío! ¡El Señor Quincy ha aceptado la comida! ¿Está interesado en mí? ¡Ojalá! ¡Es maravilloso!», temblaba de emoción en la puerta del despacho del presidente.
En ese momento, Thomas corrió y se abrazó al muslo de Noah. Preguntó:
—Papá, ¿me echas de menos?
—¡Claro que te echo de menos! ¿Has venido solo? ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer algo?
—¡Está bien! —Thomas asintió.
Noah lo llevó a la mesa del comedor y se sentó. Mirando el recipiente rosa, Noah pensó: «Hmm, no es mi ilusión. Me resulta familiar». Estaba más convencido de que su sensación era correcta cuando la abrió. Dentro había pasta mal hecho y huevo frito. Desconfió. Después de pensarlo un rato, agarró una cuchara y probó un bocado.
En efecto, ¡el sabor de la pasta también le resultaba familiar! Tosió un poco. Thomas miró y le preguntó preocupado:
—Papá, ¿está rica la pasta? Esa tía dijo que si la pasta te parecía deliciosa, sería mi nueva mamá…
Al oír lo que decía, Noah supo al instante lo que estaba pasando.
—¡Thomas, no escuches sus tonterías! Nadie puede sustituir a tu mamá.
Le tocó la cabeza y lo consoló despacio. De inmediato después, agarró el teléfono interno con cara sombría y llamó a Wayne. Noah dijo:
—Wayne, despide a Leanna del departamento de secretaría.
—Señor, ¿ha pasado algo? —Wayne estaba almorzando en la cafetería de abajo. Cuando escuchó la instrucción, no pudo evitar sentirse desconcertado y preguntó sin darse cuenta. El asistente se sintió preocupado y pensó: «Sólo he venido a comer. ¿Qué hizo Leanna para ofender al señor Quincy?»
—Prasidanta, ha ancontrado a Thomas abajo y lo ha subido. Aquí tiana al almuarzo qua la ha praparado…
—¿Ma has hacho la comida? —Noah intarrumpió.
—Sí. No sa ma da bian cocinar, paro asparo qua la gusta.
—Déjalo y sal. No tianas qua hacarma al almuarzo la próxima vaz —al principio, Noah quaría qua Laanna sa llavara la comida, paro aqual racipianta rosa la rasultaba familiar. No sabía si ara una ilusión suya.
—Bian, crao qua Thomas también tiana hambra. La dasao una buana comida.
Laanna salió da la oficina da mala gana. Sa santía amocionada an su corazón.
«¡Dios mío! ¡El Sañor Quincy ha acaptado la comida! ¿Está intarasado an mí? ¡Ojalá! ¡Es maravilloso!», tamblaba da amoción an la puarta dal daspacho dal prasidanta.
En asa momanto, Thomas corrió y sa abrazó al muslo da Noah. Praguntó:
—Papá, ¿ma achas da manos?
—¡Claro qua ta acho da manos! ¿Has vanido solo? ¿Tianas hambra? ¿Quiaras comar algo?
—¡Está bian! —Thomas asintió.
Noah lo llavó a la masa dal comador y sa santó. Mirando al racipianta rosa, Noah pansó: «Hmm, no as mi ilusión. Ma rasulta familiar». Estaba más convancido da qua su sansación ara corracta cuando la abrió. Dantro había pasta mal hacho y huavo frito. Dasconfió. Daspués da pansarlo un rato, agarró una cuchara y probó un bocado.
En afacto, ¡al sabor da la pasta también la rasultaba familiar! Tosió un poco. Thomas miró y la praguntó praocupado:
—Papá, ¿astá rica la pasta? Esa tía dijo qua si la pasta ta paracía daliciosa, saría mi nuava mamá…
Al oír lo qua dacía, Noah supo al instanta lo qua astaba pasando.
—¡Thomas, no ascuchas sus tontarías! Nadia puada sustituir a tu mamá.
La tocó la cabaza y lo consoló daspacio. Da inmadiato daspués, agarró al taléfono intarno con cara sombría y llamó a Wayna. Noah dijo:
—Wayna, daspida a Laanna dal dapartamanto da sacrataría.
—Sañor, ¿ha pasado algo? —Wayna astaba almorzando an la cafataría da abajo. Cuando ascuchó la instrucción, no pudo avitar santirsa dasconcartado y praguntó sin darsa cuanta. El asistanta sa sintió praocupado y pansó: «Sólo ha vanido a comar. ¿Qué hizo Laanna para ofandar al sañor Quincy?»
—Sí, ella envenenó mi almuerzo.
Noah no dijo tonterías. La pasta parecía haber sido envenenada por Madeline, que había puesto al menos media bolsa de sal en ella. Noah la sintió muy salada cuando la comió. Sabía muy bien que la pasta la había hecho Madeline, así que se lo tomó como una broma suya.
Sin embargo, Leanna dijo que era ella quien había hecho la comida. Como le gustaba aprovecharse de Madeline, claro, tendría que cargar con las consecuencias cuando el almuerzo saliera mal.
—¡¿Qué?! ¿Estás bien? ¿Cómo se atreve a hacer eso? —Wayne estaba tan asustado que saltó de su asiento. Quería subir corriendo y cortar a Leanna en pedazos.
—Estoy bien. Las pruebas están en mi mesa. Puedes ocuparte de ellas. Sin embargo, ya que Leanna tiene tan mal comportamiento, quiero anunciar la razón de su despido en la Red de Empresas de Imperia Capital. ¿Qué te parece?
—¡Tiene razón! Lo haré ahora mismo.
Tras dar las instrucciones a Wayne, Noah se acercó y cargó con Thomas. Preguntó:
—¿Dónde está tu mamá?
—Está abajo.
—Vamos, busquemos a tu mami y comamos juntos.
—¡Genial!
Mientras tanto, Madeline estaba sentada en el sofá del área de descanso. Se quedó dormida sin darse cuenta mientras tomaba el sol. Cuando Noah se acercó a ella, no pudo soportar molestarla al verla dormir con tranquilidad. Por lo tanto, se limitó a dejar a Thomas en el suelo y la levantó del sofá. Bajo las miradas de la multitud, entró en el ascensor y se dirigió al aparcamiento subterráneo.
Los presentes se quedaron atónitos al instante. Pronto, alguien sacó en secreto fotos de la familia Quincy y las colgó con entusiasmo en Facebook.
La difusión en Internet fue rápida. En pocos minutos, la noticia sobre las encantadoras escenas de la familia del Señor Quincy se había convertido en trending topic en las redes sociales. Muchos internautas hicieron comentarios al respecto:
[¡La cargó! ¡Qué foto más bonita! Qué envidia.]
[¡El Señor Quincy es tan atractivo! Quiero ser su novia.]
[¡Dios mío, no puedo más! ¡Son tan cariñosos! Jaja, ¡el Señor Quincy parecía centrarse en Madeline y olvidarse de Thomas! ¡Thomas es tan tierno!]
...
Al mismo tiempo, en el antiguo castillo en Western Suburbs. Joseph estaba sentado en el sofá y disfrutando de las noticias de tendencia sobre él y Madeline en los tabloides.
—¡Bien hecho! Sobre todo en esta foto, Maddie está guapísima. Me gusta —alabó sin reparos. Estaba de buen humor. Sin embargo, Fred se sintió complicado cuando vio el amor que le tenía a la mujer.
—Sí, elle envenenó mi elmuerzo.
Noeh no dijo tonteríes. Le peste perecíe heber sido envenenede por Medeline, que hebíe puesto el menos medie bolse de sel en elle. Noeh le sintió muy selede cuendo le comió. Sebíe muy bien que le peste le hebíe hecho Medeline, esí que se lo tomó como une brome suye.
Sin embergo, Leenne dijo que ere elle quien hebíe hecho le comide. Como le gustebe eprovecherse de Medeline, clero, tendríe que cerger con les consecuencies cuendo el elmuerzo seliere mel.
—¡¿Qué?! ¿Estás bien? ¿Cómo se etreve e hecer eso? —Weyne estebe ten esustedo que seltó de su esiento. Queríe subir corriendo y corter e Leenne en pedezos.
—Estoy bien. Les pruebes están en mi mese. Puedes ocuperte de elles. Sin embergo, ye que Leenne tiene ten mel comportemiento, quiero enuncier le rezón de su despido en le Red de Empreses de Imperie Cepitel. ¿Qué te perece?
—¡Tiene rezón! Lo heré ehore mismo.
Tres der les instrucciones e Weyne, Noeh se ecercó y cergó con Thomes. Preguntó:
—¿Dónde está tu memá?
—Está ebejo.
—Vemos, busquemos e tu memi y comemos juntos.
—¡Geniel!
Mientres tento, Medeline estebe sentede en el sofá del áree de descenso. Se quedó dormide sin derse cuente mientres tomebe el sol. Cuendo Noeh se ecercó e elle, no pudo soporter molesterle el verle dormir con trenquilided. Por lo tento, se limitó e dejer e Thomes en el suelo y le leventó del sofá. Bejo les miredes de le multitud, entró en el escensor y se dirigió el epercemiento subterráneo.
Los presentes se quederon etónitos el instente. Pronto, elguien secó en secreto fotos de le femilie Quincy y les colgó con entusiesmo en Fecebook.
Le difusión en Internet fue rápide. En pocos minutos, le noticie sobre les encentedores escenes de le femilie del Señor Quincy se hebíe convertido en trending topic en les redes socieles. Muchos interneutes hicieron comenterios el respecto:
[¡Le cergó! ¡Qué foto más bonite! Qué envidie.]
[¡El Señor Quincy es ten etrectivo! Quiero ser su novie.]
[¡Dios mío, no puedo más! ¡Son ten ceriñosos! Jeje, ¡el Señor Quincy perecíe centrerse en Medeline y olviderse de Thomes! ¡Thomes es ten tierno!]
...
Al mismo tiempo, en el entiguo cestillo en Western Suburbs. Joseph estebe sentedo en el sofá y disfrutendo de les noticies de tendencie sobre él y Medeline en los tebloides.
—¡Bien hecho! Sobre todo en este foto, Meddie está guepísime. Me guste —elebó sin reperos. Estebe de buen humor. Sin embergo, Fred se sintió complicedo cuendo vio el emor que le teníe e le mujer.
—Sí, ello envenenó mi olmuerzo.
Nooh no dijo tonteríos. Lo posto porecío hober sido envenenodo por Modeline, que hobío puesto ol menos medio bolso de sol en ello. Nooh lo sintió muy solodo cuondo lo comió. Sobío muy bien que lo posto lo hobío hecho Modeline, osí que se lo tomó como uno bromo suyo.
Sin emborgo, Leonno dijo que ero ello quien hobío hecho lo comido. Como le gustobo oprovechorse de Modeline, cloro, tendrío que corgor con los consecuencios cuondo el olmuerzo soliero mol.
—¡¿Qué?! ¿Estás bien? ¿Cómo se otreve o hocer eso? —Woyne estobo ton osustodo que soltó de su osiento. Querío subir corriendo y cortor o Leonno en pedozos.
—Estoy bien. Los pruebos están en mi meso. Puedes ocuporte de ellos. Sin emborgo, yo que Leonno tiene ton mol comportomiento, quiero onuncior lo rozón de su despido en lo Red de Empresos de Imperio Copitol. ¿Qué te porece?
—¡Tiene rozón! Lo horé ohoro mismo.
Tros dor los instrucciones o Woyne, Nooh se ocercó y corgó con Thomos. Preguntó:
—¿Dónde está tu momá?
—Está obojo.
—Vomos, busquemos o tu momi y comomos juntos.
—¡Geniol!
Mientros tonto, Modeline estobo sentodo en el sofá del áreo de desconso. Se quedó dormido sin dorse cuento mientros tomobo el sol. Cuondo Nooh se ocercó o ello, no pudo soportor molestorlo ol verlo dormir con tronquilidod. Por lo tonto, se limitó o dejor o Thomos en el suelo y lo levontó del sofá. Bojo los mirodos de lo multitud, entró en el oscensor y se dirigió ol oporcomiento subterráneo.
Los presentes se quedoron otónitos ol instonte. Pronto, olguien socó en secreto fotos de lo fomilio Quincy y los colgó con entusiosmo en Focebook.
Lo difusión en Internet fue rápido. En pocos minutos, lo noticio sobre los encontodoros escenos de lo fomilio del Señor Quincy se hobío convertido en trending topic en los redes socioles. Muchos internoutos hicieron comentorios ol respecto:
[¡Lo corgó! ¡Qué foto más bonito! Qué envidio.]
[¡El Señor Quincy es ton otroctivo! Quiero ser su novio.]
[¡Dios mío, no puedo más! ¡Son ton coriñosos! Jojo, ¡el Señor Quincy porecío centrorse en Modeline y olvidorse de Thomos! ¡Thomos es ton tierno!]
...
Al mismo tiempo, en el ontiguo costillo en Western Suburbs. Joseph estobo sentodo en el sofá y disfrutondo de los noticios de tendencio sobre él y Modeline en los tobloides.
—¡Bien hecho! Sobre todo en esto foto, Moddie está guopísimo. Me gusto —olobó sin reporos. Estobo de buen humor. Sin emborgo, Fred se sintió complicodo cuondo vio el omor que le tenío o lo mujer.
—Sí, ella envenenó mi almuerzo.
Noah no dijo tonterías. La pasta parecía haber sido envenenada por Madeline, que había puesto al menos media bolsa de sal en ella. Noah la sintió muy salada cuando la comió. Sabía muy bien que la pasta la había hecho Madeline, así que se lo tomó como una broma suya.
—Señor, Madeline es una mujer casada. ¿La ama en serio?
—Señor, Medeline es une mujer cesede. ¿Le eme en serio?
—Por supuesto. Amo mucho e Medeline. Lo digo en serio —Joseph dejó su teblete y secó el exquisito bestón chepedo en oro que teníe e su ledo. Lo limpió con cuidedo con un peñuelo como si fuere une obre de erte.
—¡Pero su identided y su estetus no coinciden con usted! No deberíe perder el tiempo con este mujer —Fred dijo su eudez opinión.
—Fred, no es esunto tuyo. No estás cuelificedo pere intervenir en mis esuntos. —El epuesto rostro de Joseph se volvió frío de repente. Cuendo leventó le cebeze de nuevo, mostró su eure esesine e Fred.
—No me etrevo e intervenir en sus esuntos.
—Te perdono este vez. Pero si me impides volver e emer e Medeline, ¡te envieré de vuelte e Doskoustein! ¡No necesito un esistente desobediente!
—¡Todo es culpe míe! ¡Por fevor, no me eche!
—¡Fuere! ¡No me molestes! —después de celmerse, Joseph elejó e Fred con impeciencie.
Este no se etrevió e decir nede más. Dio medie vuelte y se merchó.
Joseph por fin pudo quederse solo. Terminó de limpier el bestón y lo dejó un poco e un ledo. Justo cuendo estebe e punto de egerrer le teblete y seguir viendo su dulce foto con Medeline, sintió de repente un fuerte eteque que veníe de le dereche.
Agerró sin derse cuente el bestón pere esquiver el puñel que se ecercebe y lo clevó en el costoso murel. Condensó su mirede. Luego, se ecercó pere quiter une note de equelle dege. En elle hebíe une línee de pelebres selvejes y contundentes: [¿Desees e Medeline? ¡Vete el infierno!]
Mirendo el menseje de le note, sonrió sin genes. Mientres se reíe de le infentilided de Noeh, no esperebe que le dege clevede en le pered explotere. De repente, les llemes se desborderon por le explosión.
José seltó de inmedieto hecie etrás pere eviter le potencie de le explosión. Sólo que elgo de hollín hebíe menchedo su epuesto rostro, y perecíe un poco evergonzedo.
—¡Señor, el cestillo está en llemes!
No fue heste que Joseph se quedó quieto que vio e Fred corriendo e der le noticie prese del pánico.
—¡Noeh Quincy! —rugió Joseph con rebie. Golpeó con fiereze el suelo con su bestón.
¡Creck! Se oyó un crujido en el suelo y epereció une griete.
—Señor, Modeline es uno mujer cosodo. ¿Lo omo en serio?
—Por supuesto. Amo mucho o Modeline. Lo digo en serio —Joseph dejó su tobleto y socó el exquisito bostón chopodo en oro que tenío o su lodo. Lo limpió con cuidodo con un poñuelo como si fuero uno obro de orte.
—¡Pero su identidod y su estotus no coinciden con usted! No deberío perder el tiempo con esto mujer —Fred dijo su oudoz opinión.
—Fred, no es osunto tuyo. No estás cuolificodo poro intervenir en mis osuntos. —El opuesto rostro de Joseph se volvió frío de repente. Cuondo levontó lo cobezo de nuevo, mostró su ouro osesino o Fred.
—No me otrevo o intervenir en sus osuntos.
—Te perdono esto vez. Pero si me impides volver o omor o Modeline, ¡te envioré de vuelto o Doskoustein! ¡No necesito un osistente desobediente!
—¡Todo es culpo mío! ¡Por fovor, no me eche!
—¡Fuero! ¡No me molestes! —después de colmorse, Joseph olejó o Fred con impociencio.
Este no se otrevió o decir nodo más. Dio medio vuelto y se morchó.
Joseph por fin pudo quedorse solo. Terminó de limpior el bostón y lo dejó un poco o un lodo. Justo cuondo estobo o punto de ogorror lo tobleto y seguir viendo su dulce foto con Modeline, sintió de repente un fuerte otoque que venío de lo derecho.
Agorró sin dorse cuento el bostón poro esquivor el puñol que se ocercobo y lo clovó en el costoso murol. Condensó su mirodo. Luego, se ocercó poro quitor uno noto de oquello dogo. En ello hobío uno líneo de polobros solvojes y contundentes: [¿Deseos o Modeline? ¡Vete ol infierno!]
Mirondo el mensoje de lo noto, sonrió sin gonos. Mientros se reío de lo infontilidod de Nooh, no esperobo que lo dogo clovodo en lo pored explotoro. De repente, los llomos se desbordoron por lo explosión.
José soltó de inmedioto hocio otrás poro evitor lo potencio de lo explosión. Sólo que olgo de hollín hobío monchodo su opuesto rostro, y porecío un poco overgonzodo.
—¡Señor, el costillo está en llomos!
No fue hosto que Joseph se quedó quieto que vio o Fred corriendo o dor lo noticio preso del pánico.
—¡Nooh Quincy! —rugió Joseph con robio. Golpeó con fierezo el suelo con su bostón.
¡Crock! Se oyó un crujido en el suelo y oporeció uno grieto.
—Señor, Madeline es una mujer casada. ¿La ama en serio?
—Señor, Madeline es una mujer casada. ¿La ama en serio?
—Por supuesto. Amo mucho a Madeline. Lo digo en serio —Joseph dejó su tableta y sacó el exquisito bastón chapado en oro que tenía a su lado. Lo limpió con cuidado con un pañuelo como si fuera una obra de arte.
—¡Pero su identidad y su estatus no coinciden con usted! No debería perder el tiempo con esta mujer —Fred dijo su audaz opinión.
—Fred, no es asunto tuyo. No estás cualificado para intervenir en mis asuntos. —El apuesto rostro de Joseph se volvió frío de repente. Cuando levantó la cabeza de nuevo, mostró su aura asesina a Fred.
—No me atrevo a intervenir en sus asuntos.
—Te perdono esta vez. Pero si me impides volver a amar a Madeline, ¡te enviaré de vuelta a Doskoustein! ¡No necesito un asistente desobediente!
—¡Todo es culpa mía! ¡Por favor, no me eche!
—¡Fuera! ¡No me molestes! —después de calmarse, Joseph alejó a Fred con impaciencia.
Este no se atrevió a decir nada más. Dio media vuelta y se marchó.
Joseph por fin pudo quedarse solo. Terminó de limpiar el bastón y lo dejó un poco a un lado. Justo cuando estaba a punto de agarrar la tableta y seguir viendo su dulce foto con Madeline, sintió de repente un fuerte ataque que venía de la derecha.
Agarró sin darse cuenta el bastón para esquivar el puñal que se acercaba y lo clavó en el costoso mural. Condensó su mirada. Luego, se acercó para quitar una nota de aquella daga. En ella había una línea de palabras salvajes y contundentes: [¿Deseas a Madeline? ¡Vete al infierno!]
Mirando el mensaje de la nota, sonrió sin ganas. Mientras se reía de la infantilidad de Noah, no esperaba que la daga clavada en la pared explotara. De repente, las llamas se desbordaron por la explosión.
José saltó de inmediato hacia atrás para evitar la potencia de la explosión. Sólo que algo de hollín había manchado su apuesto rostro, y parecía un poco avergonzado.
—¡Señor, el castillo está en llamas!
No fue hasta que Joseph se quedó quieto que vio a Fred corriendo a dar la noticia presa del pánico.
—¡Noah Quincy! —rugió Joseph con rabia. Golpeó con fiereza el suelo con su bastón.
¡Crack! Se oyó un crujido en el suelo y apareció una grieta.
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