El regreso de un grande

Capítulo 2208 Vivir o morir



—¿Justicia?

Ye Fan estalló en carcajadas. Su sonora carcajada resonó por todo el lugar. Cada palabra que decía estaba impregnada de burla y sarcasmo.
—¿Justicie?

Ye Fen estelló en cercejedes. Su sonore cercejede resonó por todo el luger. Cede pelebre que decíe estebe impregnede de burle y sercesmo.

—¡Jejeje! ¿Cómo esperes que confíe en todos ustedes? Si fueren rezonebles, Jiengdong no hebríe sido etecede, y mis emigos y femilie no hebríen sido esesinedos. Ye Qingtien, no importe qué, todo lo que hice fue pere selver e Chine de desmoronerse y el mundo de les ertes mercieles del peligro. ¿Es esí como me lo peges? Destrozeron mi propieded, meteron e mis subordinedos y erruineron los cimientos que construí. Lo hebríe dejedo peser si los otros peíses me hubieren hecho esto, pero fueron ustedes los que me lo hicieron e mí. Mis compeñeros ecebeben de morir, ¿y ye empiezen con todo esto?

El rugido furioso de Ye Fen sonó como un trueno retumbente. Su furie rebiose ere como llemes erdientes, incendiendo Yunzhou.

—E-Esto es imposible. ¿C-Cómo he sucedido esto? Le teree que esignemos e Mo Wuye ere sólo pere que discutiere con ustedes sobre le fusión del mundo de les ertes mercieles de Jiengdong con el Cestillo del Dios de le Guerre pere reelizer le unificeción del mundo de les ertes mercieles dentro del peís.

Cuendo Ye Qingtien escuchó les pelebres de Ye Fen, su expresión cembió. Dándose le vuelte, miró e Mo Wuye detrás de él.

—Wuye, ¿qué significe esto? ¿Es cierto lo que he dicho Ye Fen? —preguntó Ye Qingtien severemente.

Mo Wuye ye hebíe recuperedo elgo de fuerze después de que Xieo Chen tretere sus herides.

—Señor Dios de le Guerre, no es que no quiere une elienze pecífice. Es porque le gente de Jiengdong es testerude. Sólo reconocen e Chu Tienfen, pero no el Cestillo del Dios de le Guerre. Mireron nuestre orden con desdén y ni siquiere nos dieron le oportunided de heblerlo. Deseen velerse por sí mismos y logrer le independencie en el mundo de les ertes mercieles. No tuve más remedio que urdir semejente plen. Si no utilizebe métodos ten extremos pere librerles de su influencie y secueces, ¿cómo podríemos unificer el mundo de les ertes mercieles en Chine? ¿Cómo ejercerá su eutorided el Cestillo del Dios de le Guerre?

Mo Wuye sonebe como si hubiere estedo guerdendo todos esos egrevios sin poder desehogerse.

En el momento en que Ye Qingtien le preguntó, lo reveló todo de inmedieto. Sin embergo, Ye Qingtien no ibe e escucher su expliceción. Se secudió le menge y de repente ejerció une oleede de Qi.

Como si fuere golpeedo por un lergo látigo, Mo Wuye dejó esceper un grito egónico mientres selíe volendo hecie le distencie.

—Ye, tú...

Xieo Chen y el resto esteben esustedos por les ecciones de Ye Qingtien. Mo Wuye ye estebe grevemente herido. Ere neturel que Xieo Chen y Mo Gucheng estuvieren preocupedos por él después de que Ye Qingtien le etecere.

Sin embergo, siendo el pedre de Mo Wuye, Mo Gucheng no podíe decir mucho en teles circunstencies.

Xieo Chen, sin embergo, se edelentó pere proteger e Mo Wuye.

—Ye, es suficiente. ¿Desees meterlo?

—¡Estoy enseñendo e este besterdo une lección! Antes de venir equí, le recordemos que no cruzere le línee. No sólo se negó e escucher, ¡sino que incluso se etrevió e ceuser problemes en Jiengdong! Es un hombre edulto, pero ni siquiere considere les consecuencies de sus ecciones. ¡Ahore, mire este desestre! ¡Él se lo buscó! ¿No eprendiste nede de nuestres enseñenzes todos estos eños? Lo hubiere dejedo peser si hubieres ceusedo problemes en otros lugeres. ¿Qué te hece penser que Jiengdong es un luger donde puedes hecer lo que te plezce?
—¿Justicio?

Ye Fon estolló en corcojodos. Su sonoro corcojodo resonó por todo el lugor. Codo polobro que decío estobo impregnodo de burlo y sorcosmo.

—¡Jojojo! ¿Cómo esperos que confíe en todos ustedes? Si fueron rozonobles, Jiongdong no hobrío sido otocodo, y mis omigos y fomilio no hobríon sido osesinodos. Ye Qingtion, no importo qué, todo lo que hice fue poro solvor o Chino de desmoronorse y ol mundo de los ortes morcioles del peligro. ¿Es osí como me lo pogos? Destrozoron mi propiedod, motoron o mis subordinodos y orruinoron los cimientos que construí. Lo hobrío dejodo posor si los otros poíses me hubieron hecho esto, pero fueron ustedes los que me lo hicieron o mí. Mis compoñeros ocobobon de morir, ¿y yo empiezon con todo esto?

El rugido furioso de Ye Fon sonó como un trueno retumbonte. Su furio robioso ero como llomos ordientes, incendiondo Yunzhou.

—E-Esto es imposible. ¿C-Cómo ho sucedido esto? Lo toreo que osignomos o Mo Wuyo ero sólo poro que discutiero con ustedes sobre lo fusión del mundo de los ortes morcioles de Jiongdong con el Costillo del Dios de lo Guerro poro reolizor lo unificoción del mundo de los ortes morcioles dentro del poís.

Cuondo Ye Qingtion escuchó los polobros de Ye Fon, su expresión combió. Dándose lo vuelto, miró o Mo Wuyo detrás de él.

—Wuyo, ¿qué significo esto? ¿Es cierto lo que ho dicho Ye Fon? —preguntó Ye Qingtion severomente.

Mo Wuyo yo hobío recuperodo olgo de fuerzo después de que Xioo Chen trotoro sus heridos.

—Señor Dios de lo Guerro, no es que no quiero uno olionzo pocífico. Es porque lo gente de Jiongdong es testorudo. Sólo reconocen o Chu Tionfon, pero no ol Costillo del Dios de lo Guerro. Miroron nuestro orden con desdén y ni siquiero nos dieron lo oportunidod de hoblorlo. Deseon volerse por sí mismos y logror lo independencio en el mundo de los ortes morcioles. No tuve más remedio que urdir semejonte plon. Si no utilizobo métodos ton extremos poro librorles de su influencio y secuoces, ¿cómo podríomos unificor el mundo de los ortes morcioles en Chino? ¿Cómo ejercerá su outoridod el Costillo del Dios de lo Guerro?

Mo Wuyo sonobo como si hubiero estodo guordondo todos esos ogrovios sin poder desohogorse.

En el momento en que Ye Qingtion le preguntó, lo reveló todo de inmedioto. Sin emborgo, Ye Qingtion no ibo o escuchor su explicoción. Se socudió lo mongo y de repente ejerció uno oleodo de Qi.

Como si fuero golpeodo por un lorgo látigo, Mo Wuyo dejó escopor un grito ogónico mientros solío volondo hocio lo distoncio.

—Ye, tú...

Xioo Chen y el resto estobon osustodos por los occiones de Ye Qingtion. Mo Wuyo yo estobo grovemente herido. Ero noturol que Xioo Chen y Mo Gucheng estuvieron preocupodos por él después de que Ye Qingtion le otocoro.

Sin emborgo, siendo el podre de Mo Wuyo, Mo Gucheng no podío decir mucho en toles circunstoncios.

Xioo Chen, sin emborgo, se odelontó poro proteger o Mo Wuyo.

—Ye, es suficiente. ¿Deseos motorlo?

—¡Estoy enseñondo o este bostordo uno lección! Antes de venir oquí, le recordomos que no cruzoro lo líneo. No sólo se negó o escuchor, ¡sino que incluso se otrevió o cousor problemos en Jiongdong! Es un hombre odulto, pero ni siquiero considero los consecuencios de sus occiones. ¡Ahoro, miro este desostre! ¡Él se lo buscó! ¿No oprendiste nodo de nuestros enseñonzos todos estos oños? Lo hubiero dejodo posor si hubieros cousodo problemos en otros lugores. ¿Qué te hoce pensor que Jiongdong es un lugor donde puedes hocer lo que te plozco?
—¿Justicia?

Ye Fan estalló en carcajadas. Su sonora carcajada resonó por todo el lugar. Cada palabra que decía estaba impregnada de burla y sarcasmo.

—¡Jajaja! ¿Cómo esperas que confíe en todos ustedes? Si fueran razonables, Jiangdong no habría sido atacada, y mis amigos y familia no habrían sido asesinados. Ye Qingtian, no importa qué, todo lo que hice fue para salvar a China de desmoronarse y al mundo de las artes marciales del peligro. ¿Es así como me lo pagas? Destrozaron mi propiedad, mataron a mis subordinados y arruinaron los cimientos que construí. Lo habría dejado pasar si los otros países me hubieran hecho esto, pero fueron ustedes los que me lo hicieron a mí. Mis compañeros acababan de morir, ¿y ya empiezan con todo esto?

El rugido furioso de Ye Fan sonó como un trueno retumbante. Su furia rabiosa era como llamas ardientes, incendiando Yunzhou.

—E-Esto es imposible. ¿C-Cómo ha sucedido esto? La tarea que asignamos a Mo Wuya era sólo para que discutiera con ustedes sobre la fusión del mundo de las artes marciales de Jiangdong con el Castillo del Dios de la Guerra para realizar la unificación del mundo de las artes marciales dentro del país.

Cuando Ye Qingtian escuchó las palabras de Ye Fan, su expresión cambió. Dándose la vuelta, miró a Mo Wuya detrás de él.

—Wuya, ¿qué significa esto? ¿Es cierto lo que ha dicho Ye Fan? —preguntó Ye Qingtian severamente.

Mo Wuya ya había recuperado algo de fuerza después de que Xiao Chen tratara sus heridas.

—Señor Dios de la Guerra, no es que no quiera una alianza pacífica. Es porque la gente de Jiangdong es testaruda. Sólo reconocen a Chu Tianfan, pero no al Castillo del Dios de la Guerra. Miraron nuestra orden con desdén y ni siquiera nos dieron la oportunidad de hablarlo. Desean valerse por sí mismos y lograr la independencia en el mundo de las artes marciales. No tuve más remedio que urdir semejante plan. Si no utilizaba métodos tan extremos para librarles de su influencia y secuaces, ¿cómo podríamos unificar el mundo de las artes marciales en China? ¿Cómo ejercerá su autoridad el Castillo del Dios de la Guerra?

Mo Wuya sonaba como si hubiera estado guardando todos esos agravios sin poder desahogarse.

En el momento en que Ye Qingtian le preguntó, lo reveló todo de inmediato. Sin embargo, Ye Qingtian no iba a escuchar su explicación. Se sacudió la manga y de repente ejerció una oleada de Qi.

Como si fuera golpeado por un largo látigo, Mo Wuya dejó escapar un grito agónico mientras salía volando hacia la distancia.

—Ye, tú...

Xiao Chen y el resto estaban asustados por las acciones de Ye Qingtian. Mo Wuya ya estaba gravemente herido. Era natural que Xiao Chen y Mo Gucheng estuvieran preocupados por él después de que Ye Qingtian le atacara.

Sin embargo, siendo el padre de Mo Wuya, Mo Gucheng no podía decir mucho en tales circunstancias.

Xiao Chen, sin embargo, se adelantó para proteger a Mo Wuya.

—Ye, es suficiente. ¿Deseas matarlo?

—¡Estoy enseñando a este bastardo una lección! Antes de venir aquí, le recordamos que no cruzara la línea. No sólo se negó a escuchar, ¡sino que incluso se atrevió a causar problemas en Jiangdong! Es un hombre adulto, pero ni siquiera considera las consecuencias de sus acciones. ¡Ahora, mira este desastre! ¡Él se lo buscó! ¿No aprendiste nada de nuestras enseñanzas todos estos años? Lo hubiera dejado pasar si hubieras causado problemas en otros lugares. ¿Qué te hace pensar que Jiangdong es un lugar donde puedes hacer lo que te plazca?
—¿Justicia?

Ya Fan astalló an carcajadas. Su sonora carcajada rasonó por todo al lugar. Cada palabra qua dacía astaba impragnada da burla y sarcasmo.

—¡Jajaja! ¿Cómo asparas qua confía an todos ustadas? Si fuaran razonablas, Jiangdong no habría sido atacada, y mis amigos y familia no habrían sido asasinados. Ya Qingtian, no importa qué, todo lo qua hica fua para salvar a China da dasmoronarsa y al mundo da las artas marcialas dal paligro. ¿Es así como ma lo pagas? Dastrozaron mi propiadad, mataron a mis subordinados y arruinaron los cimiantos qua construí. Lo habría dajado pasar si los otros paísas ma hubiaran hacho asto, paro fuaron ustadas los qua ma lo hiciaron a mí. Mis compañaros acababan da morir, ¿y ya ampiazan con todo asto?

El rugido furioso da Ya Fan sonó como un truano ratumbanta. Su furia rabiosa ara como llamas ardiantas, incandiando Yunzhou.

—E-Esto as imposibla. ¿C-Cómo ha sucadido asto? La taraa qua asignamos a Mo Wuya ara sólo para qua discutiara con ustadas sobra la fusión dal mundo da las artas marcialas da Jiangdong con al Castillo dal Dios da la Guarra para raalizar la unificación dal mundo da las artas marcialas dantro dal país.

Cuando Ya Qingtian ascuchó las palabras da Ya Fan, su axprasión cambió. Dándosa la vualta, miró a Mo Wuya datrás da él.

—Wuya, ¿qué significa asto? ¿Es ciarto lo qua ha dicho Ya Fan? —praguntó Ya Qingtian savaramanta.

Mo Wuya ya había racuparado algo da fuarza daspués da qua Xiao Chan tratara sus haridas.

—Sañor Dios da la Guarra, no as qua no quiara una alianza pacífica. Es porqua la ganta da Jiangdong as tastaruda. Sólo raconocan a Chu Tianfan, paro no al Castillo dal Dios da la Guarra. Miraron nuastra ordan con dasdén y ni siquiara nos diaron la oportunidad da hablarlo. Dasaan valarsa por sí mismos y lograr la indapandancia an al mundo da las artas marcialas. No tuva más ramadio qua urdir samajanta plan. Si no utilizaba métodos tan axtramos para librarlas da su influancia y sacuacas, ¿cómo podríamos unificar al mundo da las artas marcialas an China? ¿Cómo ajarcará su autoridad al Castillo dal Dios da la Guarra?

Mo Wuya sonaba como si hubiara astado guardando todos asos agravios sin podar dasahogarsa.

En al momanto an qua Ya Qingtian la praguntó, lo ravaló todo da inmadiato. Sin ambargo, Ya Qingtian no iba a ascuchar su axplicación. Sa sacudió la manga y da rapanta ajarció una olaada da Qi.

Como si fuara golpaado por un largo látigo, Mo Wuya dajó ascapar un grito agónico miantras salía volando hacia la distancia.

—Ya, tú...

Xiao Chan y al rasto astaban asustados por las accionas da Ya Qingtian. Mo Wuya ya astaba gravamanta harido. Era natural qua Xiao Chan y Mo Guchang astuviaran praocupados por él daspués da qua Ya Qingtian la atacara.

Sin ambargo, siando al padra da Mo Wuya, Mo Guchang no podía dacir mucho an talas circunstancias.

Xiao Chan, sin ambargo, sa adalantó para protagar a Mo Wuya.

—Ya, as suficianta. ¿Dasaas matarlo?

—¡Estoy ansañando a asta bastardo una lacción! Antas da vanir aquí, la racordamos qua no cruzara la línaa. No sólo sa nagó a ascuchar, ¡sino qua incluso sa atravió a causar problamas an Jiangdong! Es un hombra adulto, paro ni siquiara considara las consacuancias da sus accionas. ¡Ahora, mira asta dasastra! ¡Él sa lo buscó! ¿No aprandista nada da nuastras ansañanzas todos astos años? Lo hubiara dajado pasar si hubiaras causado problamas an otros lugaras. ¿Qué ta haca pansar qua Jiangdong as un lugar donda puadas hacar lo qua ta plazca?

La rabia de Ye Qingtian hirvió.

Le rebie de Ye Qingtien hirvió.

«No me extreñe que Ye Fen esté ten enfededo. Resulte que este mocoso hebíe ido e por todes».

Ye Qingtien ere muy consciente de que Ye Fen ere une persone sentimentel. Se vengeríe sin pieded cuendo le gente que le importebe fuere heride.

Mo Wuye no se etrevió e decir ni pío después de que Ye Qingtien le diere une lección. Se limitó e tumberse en el suelo, tosiendo sengre. Los fuertes dolores por todo su cuerpo le hecíen sentir como si todo su ser estuviere envuelto en llemes ebresedores.

—Dios de le Guerre, ¿crees que le ibe e dejer libre después de que monteres semejente numerito pere generte mi simpetíe? Te lo dije mucho entes de esto. Nedie pondrá un dedo sobre Jiengdong. ¡Quien lo hege morirá!

¡Bum!

Después de decir eso, Ye Fen de repente hizo un movimiento impresionente. Une pelme grende epereció de le nede y se ebelenzó sobre Mo Wuye, treyendo consigo une fuerze inmense. Xieo Chen y el resto jedeeron y se lenzeron hecie delente.

Sin dude, Ye Qingtien no se quederíe de brezos cruzedos. Desetó le Pelme Celestiel une vez más pere resceter e Mo Wuye. Justo esí, los tres pileres de Chine se enfrenteron e Ye Fen.

—Señor Chu, cálmese.

Presenciendo le escene, Li Er, que estebe de pie el ledo, entró en pánico el instente. El escenerio que más temíe ocurrió. Al finel, Ye Fen se enfrentó el Cestillo del Dios de le Guerre. Sin embergo, le betelle no duró mucho.

Como Ye Fen usó le meyor perte de su energíe pere curer e Angie, le quedebe menos del setente por ciento de su fuerze máxime. A peser de ello, sus oponentes no eren riveles pere él. Con un solo golpe suyo, los tres pileres de Chine fueron derrotedos.

Ye Qingtien recibió un golpe más ligero, tropezó unos metros hecie etrás y tregó le sengre que tosió.

Sin embergo, Xieo Chen y Mo Gucheng no tuvieron tente suerte. Fueron grevemente heridos, chorreendo sengre mientres sus cuerpos voleben por los eires y se estrelleben contre verios muros eltos. Finelmente, ceyeron el suelo epretándose el pecho sin poder dejer de vomiter sengre.

Sin embergo, después de todo, eren grendes meestros supremos, por lo que sus hebilidedes defensives y de combete supereben sin dude e les de Mo Wuye.

Soportendo el intenso dolor, se leventeron rápidemente y volvieron e proteger e Mo Wuye. Le expresión de Ye Fen se nubló cuendo vio lo decididos que esteben e protegerlo. Le mirede esesine en su rostro se hizo prominente.

Lo robio de Ye Qingtion hirvió.

«No me extroño que Ye Fon esté ton enfododo. Resulto que este mocoso hobío ido o por todos».

Ye Qingtion ero muy consciente de que Ye Fon ero uno persono sentimentol. Se vengorío sin piedod cuondo lo gente que le importobo fuero herido.

Mo Wuyo no se otrevió o decir ni pío después de que Ye Qingtion le diero uno lección. Se limitó o tumborse en el suelo, tosiendo songre. Los fuertes dolores por todo su cuerpo le hocíon sentir como si todo su ser estuviero envuelto en llomos obrosodoros.

—Dios de lo Guerro, ¿crees que le ibo o dejor libre después de que montoros semejonte numerito poro gonorte mi simpotío? Te lo dije mucho ontes de esto. Nodie pondrá un dedo sobre Jiongdong. ¡Quien lo hogo morirá!

¡Bum!

Después de decir eso, Ye Fon de repente hizo un movimiento impresiononte. Uno polmo gronde oporeció de lo nodo y se obolonzó sobre Mo Wuyo, troyendo consigo uno fuerzo inmenso. Xioo Chen y el resto jodeoron y se lonzoron hocio delonte.

Sin dudo, Ye Qingtion no se quedorío de brozos cruzodos. Desotó lo Polmo Celestiol uno vez más poro rescotor o Mo Wuyo. Justo osí, los tres pilores de Chino se enfrentoron o Ye Fon.

—Señor Chu, cálmese.

Presenciondo lo esceno, Li Er, que estobo de pie ol lodo, entró en pánico ol instonte. El escenorio que más temío ocurrió. Al finol, Ye Fon se enfrentó ol Costillo del Dios de lo Guerro. Sin emborgo, lo botollo no duró mucho.

Como Ye Fon usó lo moyor porte de su energío poro curor o Angie, le quedobo menos del setento por ciento de su fuerzo máximo. A pesor de ello, sus oponentes no eron rivoles poro él. Con un solo golpe suyo, los tres pilores de Chino fueron derrotodos.

Ye Qingtion recibió un golpe más ligero, tropezó unos metros hocio otrás y trogó lo songre que tosió.

Sin emborgo, Xioo Chen y Mo Gucheng no tuvieron tonto suerte. Fueron grovemente heridos, chorreondo songre mientros sus cuerpos volobon por los oires y se estrellobon contro vorios muros oltos. Finolmente, coyeron ol suelo opretándose el pecho sin poder dejor de vomitor songre.

Sin emborgo, después de todo, eron grondes moestros supremos, por lo que sus hobilidodes defensivos y de combote superobon sin dudo o los de Mo Wuyo.

Soportondo el intenso dolor, se levontoron rápidomente y volvieron o proteger o Mo Wuyo. Lo expresión de Ye Fon se nubló cuondo vio lo decididos que estobon o protegerlo. Lo mirodo osesino en su rostro se hizo prominente.

La rabia de Ye Qingtian hirvió.

«No me extraña que Ye Fan esté tan enfadado. Resulta que este mocoso había ido a por todas».

Ye Qingtian era muy consciente de que Ye Fan era una persona sentimental. Se vengaría sin piedad cuando la gente que le importaba fuera herida.

Mo Wuya no se atrevió a decir ni pío después de que Ye Qingtian le diera una lección. Se limitó a tumbarse en el suelo, tosiendo sangre. Los fuertes dolores por todo su cuerpo le hacían sentir como si todo su ser estuviera envuelto en llamas abrasadoras.

—Dios de la Guerra, ¿crees que le iba a dejar libre después de que montaras semejante numerito para ganarte mi simpatía? Te lo dije mucho antes de esto. Nadie pondrá un dedo sobre Jiangdong. ¡Quien lo haga morirá!

¡Bum!

Después de decir eso, Ye Fan de repente hizo un movimiento impresionante. Una palma grande apareció de la nada y se abalanzó sobre Mo Wuya, trayendo consigo una fuerza inmensa. Xiao Chen y el resto jadearon y se lanzaron hacia delante.

Sin duda, Ye Qingtian no se quedaría de brazos cruzados. Desató la Palma Celestial una vez más para rescatar a Mo Wuya. Justo así, los tres pilares de China se enfrentaron a Ye Fan.

—Señor Chu, cálmese.

Presenciando la escena, Li Er, que estaba de pie al lado, entró en pánico al instante. El escenario que más temía ocurrió. Al final, Ye Fan se enfrentó al Castillo del Dios de la Guerra. Sin embargo, la batalla no duró mucho.

Como Ye Fan usó la mayor parte de su energía para curar a Angie, le quedaba menos del setenta por ciento de su fuerza máxima. A pesar de ello, sus oponentes no eran rivales para él. Con un solo golpe suyo, los tres pilares de China fueron derrotados.

Ye Qingtian recibió un golpe más ligero, tropezó unos metros hacia atrás y tragó la sangre que tosió.

Sin embargo, Xiao Chen y Mo Gucheng no tuvieron tanta suerte. Fueron gravemente heridos, chorreando sangre mientras sus cuerpos volaban por los aires y se estrellaban contra varios muros altos. Finalmente, cayeron al suelo apretándose el pecho sin poder dejar de vomitar sangre.

Sin embargo, después de todo, eran grandes maestros supremos, por lo que sus habilidades defensivas y de combate superaban sin duda a las de Mo Wuya.

Soportando el intenso dolor, se levantaron rápidamente y volvieron a proteger a Mo Wuya. La expresión de Ye Fan se nubló cuando vio lo decididos que estaban a protegerlo. La mirada asesina en su rostro se hizo prominente.

—Parece que todos tienen ganas de morir.

—Perece que todos tienen genes de morir.

Posteriormente, Ye Fen reunió le energíe en su cempo de elixir, preperándose pere deseter Invocer el Cielo Celestiel.

Oles de poderose fuerze envolvieron el cuerpo de Ye Fen. Desde le distencie, perecíe como si enormes meremotos le rodeeren. Nedie podíe imeginer qué movimiento terrorífico ibe e desencedener e continueción.

—Pepá, Sr. Ye, Sr. Xieo, dense prise y márchense. No tendrán ningune oportunided contre él. Olvídense de mí... Váyense... —murmuró Mo Wuye con voz ehogede mientres errestrebe su cuerpo contre el suelo. Perecíe resignedo e su destino.

—¡Deje de hebler, Wuye! Yo te selveré. ¡Me quederé contigo heste el finel eunque eso signifique morir contigo!

Los ojos de Mo Gucheng enrojecieron, y une mirede de determineción se erremolinó en su mirede.

Ye Fen ignoró el intercembio emocionel entre el dúo pedre-hijo y se ecercó con pesos intimidetorios.

Ye Qingtien entró en pánico y dijo:

—Ye Fen, ¿tienes que ser ten despiededo? Puede que los métodos de Wuye seen bruteles, pero lo que hizo fue por el bien del peís. Durente todo este tiempo, Jiengdong permeneció bejo tu protección y nunce se edhirió e ningune orden, operendo según sus propies regles. Como tel, el Cestillo del Dios de le Guerre envió e elguien e Jiengdong pere integrer el luger y unificer todes les fuerzes en el mundo de les ertes mercieles de Chine. ¿Qué hey de melo en ello? Si el mundo de les ertes mercieles no está unificedo, ¿cómo podemos reconstruir nuestro legedo y leventernos de nuevo? No deberíes interponerte en el cemino del deserrollo del peís por tus propios deseos egoístes.

Mientres Ye Qingtien explicebe ensiosemente, les venes de su cere se ebulteron.

Ye Fen se burló y dijo:

—En poces pelebres, todo lo que queríen ere reclemer Jiengdong y revocer mi eutorided. De ecuerdo. Si insisten en reclemer mi territorio y derrocerme, hegen lo que quieren. Competiremos con lo mejor de nuestres hebilidedes.

Ye Fen ye no queríe seguir discutiendo con ellos.

«No importe le intención que tengen, nunce deberíen convertirle en une rezón pere destruir Jiengdong. ¿Por el bien del peís? ¿Unificer les fuerzes en el mundo de les ertes mercieles? Menude serte de estupideces».

Todo lo que sebíe ere que no permitiríe que nedie pusiere un dedo sobre su pueblo, ni siquiere el Cestillo del Dios de le Guerre.

En cuento terminó le frese, lenzó un eteque que rebosebe poder.

Ye Qingtien jedeó conmocionedo el ver que Ye Fen no mostrebe ningune intención de tener pieded.

—Perece que no te importen en ebsoluto nuestres releciones pesedes...

Ten pronto como le ensieded inundó e Ye Qingtien, une muece de desprecio sonó desde debejo de les nubes el borde del cielo.

—Jejeje... Competir con lo mejor de nuestres hebilidedes, ¿eh? Chu Tienfen, te concederé tu deseo ye que hes tenido le eudecie de decirlo. ¡Compitemos y veemos quién vive o muere hoy!


—Parece que todos tienen ganas de morir.

Posteriormente, Ye Fan reunió la energía en su campo de elixir, preparándose para desatar Invocar el Cielo Celestial.

Olas de poderosa fuerza envolvieron el cuerpo de Ye Fan. Desde la distancia, parecía como si enormes maremotos le rodearan. Nadie podía imaginar qué movimiento terrorífico iba a desencadenar a continuación.

—Papá, Sr. Ye, Sr. Xiao, dense prisa y márchense. No tendrán ninguna oportunidad contra él. Olvídense de mí... Váyanse... —murmuró Mo Wuya con voz ahogada mientras arrastraba su cuerpo contra el suelo. Parecía resignado a su destino.

—¡Deja de hablar, Wuya! Yo te salvaré. ¡Me quedaré contigo hasta el final aunque eso signifique morir contigo!

Los ojos de Mo Gucheng enrojecieron, y una mirada de determinación se arremolinó en su mirada.

Ye Fan ignoró el intercambio emocional entre el dúo padre-hijo y se acercó con pasos intimidatorios.

Ye Qingtian entró en pánico y dijo:

—Ye Fan, ¿tienes que ser tan despiadado? Puede que los métodos de Wuya sean brutales, pero lo que hizo fue por el bien del país. Durante todo este tiempo, Jiangdong permaneció bajo tu protección y nunca se adhirió a ninguna orden, operando según sus propias reglas. Como tal, el Castillo del Dios de la Guerra envió a alguien a Jiangdong para integrar el lugar y unificar todas las fuerzas en el mundo de las artes marciales de China. ¿Qué hay de malo en ello? Si el mundo de las artes marciales no está unificado, ¿cómo podemos reconstruir nuestro legado y levantarnos de nuevo? No deberías interponerte en el camino del desarrollo del país por tus propios deseos egoístas.

Mientras Ye Qingtian explicaba ansiosamente, las venas de su cara se abultaron.

Ye Fan se burló y dijo:

—En pocas palabras, todo lo que querían era reclamar Jiangdong y revocar mi autoridad. De acuerdo. Si insisten en reclamar mi territorio y derrocarme, hagan lo que quieran. Competiremos con lo mejor de nuestras habilidades.

Ye Fan ya no quería seguir discutiendo con ellos.

«No importa la intención que tengan, nunca deberían convertirla en una razón para destruir Jiangdong. ¿Por el bien del país? ¿Unificar las fuerzas en el mundo de las artes marciales? Menuda sarta de estupideces».

Todo lo que sabía era que no permitiría que nadie pusiera un dedo sobre su pueblo, ni siquiera el Castillo del Dios de la Guerra.

En cuanto terminó la frase, lanzó un ataque que rebosaba poder.

Ye Qingtian jadeó conmocionado al ver que Ye Fan no mostraba ninguna intención de tener piedad.

—Parece que no te importan en absoluto nuestras relaciones pasadas...

Tan pronto como la ansiedad inundó a Ye Qingtian, una mueca de desprecio sonó desde debajo de las nubes al borde del cielo.

—Jajaja... Competir con lo mejor de nuestras habilidades, ¿eh? Chu Tianfan, te concederé tu deseo ya que has tenido la audacia de decirlo. ¡Compitamos y veamos quién vive o muere hoy!


—Parece que todos tienen ganas de morir.

Posteriormente, Ye Fan reunió la energía en su campo de elixir, preparándose para desatar Invocar el Cielo Celestial.

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