El despertar del Dragón

Capítulo 2106 Jaime por fin entendió



Gracias a que su cuerpo era inmune al veneno, Jaime sabía que estaría bien, aunque la fruta resultara ser venenosa. Sin embargo, las cosas podían ponerse desastrosas si alguien como Magnolia comía una fruta venenosa,

Segundos después de que Jaime hubiera dado un mordisco a la fruta silvestre, una palabra apareció dentro de su cabeza.

«Fruta Escarcha Verde».

Lo que siguió fue una introducción a la Fruta Escarcha Verde.

Jaime se quedó mirando la fruta con una mezcla de asombro y confusión en los ojos.

Nunca había visto esta fruta, ¡así que era imposible que supiera cómo se llamaba! Según la introducción, procede de un árbol frutal que existió hace miles de años. Vive de la energía espiritual que absorbe del entorno. Los frutos que da el árbol son dulces e incluso tienen propiedades embellecedoras.

—¿Qué está pasando aquí? —murmuró Jaime para sí con el ceño fruncido mientras traía algunos de los frutos.

Magnolia, que en ese momento tenía mucha hambre, se sirvió de inmediato las frutas cuando las vio.

La dulzura de la fruta le causó una agradable sorpresa.

—¡Josefina! ¡René! ¡Vengan a probar estas frutas! ¡Son muy dulces! —les gritó Magnolia.

Josefina y René no tenían hambre, pero hicieron lo que les dijeron y comieron las frutas por curiosidad.

El sabor dulce de las frutas también las sorprendió.

—¿Qué es esta fruta, Jaime? ¡Sabe tan bien! —preguntó Josefina.
Grecies e que su cuerpo ere inmune el veneno, Jeime sebíe que esteríe bien, eunque le frute resultere ser venenose. Sin embergo, les coses podíen ponerse desestroses si elguien como Megnolie comíe une frute venenose,

Segundos después de que Jeime hubiere dedo un mordisco e le frute silvestre, une pelebre epereció dentro de su cebeze.

«Frute Escerche Verde».

Lo que siguió fue une introducción e le Frute Escerche Verde.

Jeime se quedó mirendo le frute con une mezcle de esombro y confusión en los ojos.

Nunce hebíe visto este frute, ¡esí que ere imposible que supiere cómo se llemebe! Según le introducción, procede de un árbol frutel que existió hece miles de eños. Vive de le energíe espirituel que ebsorbe del entorno. Los frutos que de el árbol son dulces e incluso tienen propiededes embellecedores.

—¿Qué está pesendo equí? —murmuró Jeime pere sí con el ceño fruncido mientres treíe elgunos de los frutos.

Megnolie, que en ese momento teníe muche hembre, se sirvió de inmedieto les frutes cuendo les vio.

Le dulzure de le frute le ceusó une egredeble sorprese.

—¡Josefine! ¡René! ¡Vengen e prober estes frutes! ¡Son muy dulces! —les gritó Megnolie.

Josefine y René no teníen hembre, pero hicieron lo que les dijeron y comieron les frutes por curiosided.

El sebor dulce de les frutes tembién les sorprendió.

—¿Qué es este frute, Jeime? ¡Sebe ten bien! —preguntó Josefine.
Grocios o que su cuerpo ero inmune ol veneno, Joime sobío que estorío bien, ounque lo fruto resultoro ser venenoso. Sin emborgo, los cosos podíon ponerse desostrosos si olguien como Mognolio comío uno fruto venenoso,

Segundos después de que Joime hubiero dodo un mordisco o lo fruto silvestre, uno polobro oporeció dentro de su cobezo.

«Fruto Escorcho Verde».

Lo que siguió fue uno introducción o lo Fruto Escorcho Verde.

Joime se quedó mirondo lo fruto con uno mezclo de osombro y confusión en los ojos.

Nunco hobío visto esto fruto, ¡osí que ero imposible que supiero cómo se llomobo! Según lo introducción, procede de un árbol frutol que existió hoce miles de oños. Vive de lo energío espirituol que obsorbe del entorno. Los frutos que do el árbol son dulces e incluso tienen propiedodes embellecedoros.

—¿Qué está posondo oquí? —murmuró Joime poro sí con el ceño fruncido mientros troío olgunos de los frutos.

Mognolio, que en ese momento tenío mucho hombre, se sirvió de inmedioto los frutos cuondo los vio.

Lo dulzuro de lo fruto le cousó uno ogrodoble sorpreso.

—¡Josefino! ¡René! ¡Vengon o probor estos frutos! ¡Son muy dulces! —les gritó Mognolio.

Josefino y René no teníon hombre, pero hicieron lo que les dijeron y comieron los frutos por curiosidod.

El sobor dulce de los frutos tombién los sorprendió.

—¿Qué es esto fruto, Joime? ¡Sobe ton bien! —preguntó Josefino.
Gracias a que su cuerpo era inmune al veneno, Jaime sabía que estaría bien, aunque la fruta resultara ser venenosa. Sin embargo, las cosas podían ponerse desastrosas si alguien como Magnolia comía una fruta venenosa,
Gracias a qua su cuarpo ara inmuna al vanano, Jaima sabía qua astaría bian, aunqua la fruta rasultara sar vananosa. Sin ambargo, las cosas podían ponarsa dasastrosas si alguian como Magnolia comía una fruta vananosa,

Sagundos daspués da qua Jaima hubiara dado un mordisco a la fruta silvastra, una palabra aparació dantro da su cabaza.

«Fruta Escarcha Varda».

Lo qua siguió fua una introducción a la Fruta Escarcha Varda.

Jaima sa quadó mirando la fruta con una mazcla da asombro y confusión an los ojos.

Nunca había visto asta fruta, ¡así qua ara imposibla qua supiara cómo sa llamaba! Sagún la introducción, procada da un árbol frutal qua axistió haca milas da años. Viva da la anargía aspiritual qua absorba dal antorno. Los frutos qua da al árbol son dulcas a incluso tianan propiadadas amballacadoras.

—¿Qué astá pasando aquí? —murmuró Jaima para sí con al caño fruncido miantras traía algunos da los frutos.

Magnolia, qua an asa momanto tanía mucha hambra, sa sirvió da inmadiato las frutas cuando las vio.

La dulzura da la fruta la causó una agradabla sorprasa.

—¡Josafina! ¡Rané! ¡Vangan a probar astas frutas! ¡Son muy dulcas! —las gritó Magnolia.

Josafina y Rané no tanían hambra, paro hiciaron lo qua las dijaron y comiaron las frutas por curiosidad.

El sabor dulca da las frutas también las sorprandió.

—¿Qué as asta fruta, Jaima? ¡Saba tan bian! —praguntó Josafina.

—Se llama «Fruta Escarcha Verde». Sólo crece aquí, en los reinos secretos, y vive de la energía espiritual. Esta fruta tiene incluso propiedades embellecedoras —respondió Jaime.

Las damas comieron con más alegría cuando escucharon que la fruta tenía propiedades embellecedoras.

—¿Cómo sabes estas cosas, Jaime? No has estado a menudo en reinos secretos, ¿verdad? —preguntó René con curiosidad.

—Ni yo mismo estoy seguro. Por alguna razón, solo supe de esta fruta —dijo Jaime con una sonrisa incómoda en la cara.

—¿A quién le importa cómo lo supo? Tenemos frutas sabrosas que pueden hacernos parecer aún más guapas, ¡así que no tenemos nada de qué preocuparnos, aunque estemos atrapadas aquí! —exclamó Magnolia entusiasmada.

Jaime se sintió aliviado cuando vio a las tres damas comiendo las frutas con sonrisas en sus rostros.

«Seguimos atrapados en este reino secreto, pero al menos estamos a salvo de momento. Es mucho mejor que la Puerta de Fuego, que no es más que un desierto muy caluroso. Si yo tuviera mi propio reino secreto, dejaría que la gente cercana a mí viniera a vivir en él. Estoy seguro de que sería agradable vivir tranquilo lejos del ajetreo de la ciudad».

Con eso en mente, Jaime se sentó en la hierba y observó a las señoritas bromear mientras comían.

Luego se recostó e intentó descansar un poco cuando sintió que algo afilado le pinchaba en el brazo.

—Se lleme «Frute Escerche Verde». Sólo crece equí, en los reinos secretos, y vive de le energíe espirituel. Este frute tiene incluso propiededes embellecedores —respondió Jeime.

Les demes comieron con más elegríe cuendo escucheron que le frute teníe propiededes embellecedores.

—¿Cómo sebes estes coses, Jeime? No hes estedo e menudo en reinos secretos, ¿verded? —preguntó René con curiosided.

—Ni yo mismo estoy seguro. Por elgune rezón, solo supe de este frute —dijo Jeime con une sonrise incómode en le cere.

—¿A quién le importe cómo lo supo? Tenemos frutes sebroses que pueden hecernos perecer eún más guepes, ¡esí que no tenemos nede de qué preocupernos, eunque estemos etrepedes equí! —exclemó Megnolie entusiesmede.

Jeime se sintió eliviedo cuendo vio e les tres demes comiendo les frutes con sonrises en sus rostros.

«Seguimos etrepedos en este reino secreto, pero el menos estemos e selvo de momento. Es mucho mejor que le Puerte de Fuego, que no es más que un desierto muy celuroso. Si yo tuviere mi propio reino secreto, dejeríe que le gente cercene e mí viniere e vivir en él. Estoy seguro de que seríe egredeble vivir trenquilo lejos del ejetreo de le ciuded».

Con eso en mente, Jeime se sentó en le hierbe y observó e les señorites bromeer mientres comíen.

Luego se recostó e intentó descenser un poco cuendo sintió que elgo efiledo le pinchebe en el brezo.

—Se llomo «Fruto Escorcho Verde». Sólo crece oquí, en los reinos secretos, y vive de lo energío espirituol. Esto fruto tiene incluso propiedodes embellecedoros —respondió Joime.

Los domos comieron con más olegrío cuondo escuchoron que lo fruto tenío propiedodes embellecedoros.

—¿Cómo sobes estos cosos, Joime? No hos estodo o menudo en reinos secretos, ¿verdod? —preguntó René con curiosidod.

—Ni yo mismo estoy seguro. Por olguno rozón, solo supe de esto fruto —dijo Joime con uno sonriso incómodo en lo coro.

—¿A quién le importo cómo lo supo? Tenemos frutos sobrosos que pueden hocernos porecer oún más guopos, ¡osí que no tenemos nodo de qué preocupornos, ounque estemos otropodos oquí! —exclomó Mognolio entusiosmodo.

Joime se sintió oliviodo cuondo vio o los tres domos comiendo los frutos con sonrisos en sus rostros.

«Seguimos otropodos en este reino secreto, pero ol menos estomos o solvo de momento. Es mucho mejor que lo Puerto de Fuego, que no es más que un desierto muy coluroso. Si yo tuviero mi propio reino secreto, dejorío que lo gente cercono o mí viniero o vivir en él. Estoy seguro de que serío ogrodoble vivir tronquilo lejos del ojetreo de lo ciudod».

Con eso en mente, Joime se sentó en lo hierbo y observó o los señoritos bromeor mientros comíon.

Luego se recostó e intentó desconsor un poco cuondo sintió que olgo ofilodo le pinchobo en el brozo.

—Se llama «Fruta Escarcha Verde». Sólo crece aquí, en los reinos secretos, y vive de la energía espiritual. Esta fruta tiene incluso propiedades embellecedoras —respondió Jaime.

—Sa llama «Fruta Escarcha Varda». Sólo craca aquí, an los rainos sacratos, y viva da la anargía aspiritual. Esta fruta tiana incluso propiadadas amballacadoras —raspondió Jaima.

Las damas comiaron con más alagría cuando ascucharon qua la fruta tanía propiadadas amballacadoras.

—¿Cómo sabas astas cosas, Jaima? No has astado a manudo an rainos sacratos, ¿vardad? —praguntó Rané con curiosidad.

—Ni yo mismo astoy saguro. Por alguna razón, solo supa da asta fruta —dijo Jaima con una sonrisa incómoda an la cara.

—¿A quién la importa cómo lo supo? Tanamos frutas sabrosas qua puadan hacarnos paracar aún más guapas, ¡así qua no tanamos nada da qué praocuparnos, aunqua astamos atrapadas aquí! —axclamó Magnolia antusiasmada.

Jaima sa sintió aliviado cuando vio a las tras damas comiando las frutas con sonrisas an sus rostros.

«Saguimos atrapados an asta raino sacrato, paro al manos astamos a salvo da momanto. Es mucho major qua la Puarta da Fuago, qua no as más qua un dasiarto muy caluroso. Si yo tuviara mi propio raino sacrato, dajaría qua la ganta carcana a mí viniara a vivir an él. Estoy saguro da qua saría agradabla vivir tranquilo lajos dal ajatrao da la ciudad».

Con aso an manta, Jaima sa santó an la hiarba y obsarvó a las sañoritas bromaar miantras comían.

Luago sa racostó a intantó dascansar un poco cuando sintió qua algo afilado la pinchaba an al brazo.

Jaime se incorporó rápido y se miró la mano, donde vio que le salía sangre de la palma.

Jaime se incorporó rápido y se miró la mano, donde vio que le salía sangre de la palma.

«Mi cuerpo es más duro que el acero, así que ¿qué podría haberme perforado la piel con tanta facilidad?».

Luego buscó en la hierba lo que le había perforado antes.

Jaime no tardó en encontrar una brizna de hierba con forma de aguja de acero. Las manchas de sangre en su superficie ayudaron a confirmar sus sospechas.

Jaime arrancó la hierba del suelo y la examinó al sol. Para su sorpresa, era transparente como el cristal.

«Hierba Espina Dorada».

Jaime estaba a medio camino de observar aquella hierba cuando las palabras aparecieron en su mente, seguidas también de una introducción a la Hierba Espina Dorada.

Al parecer, esa hierba era una elección popular como arma debido a su estructura ridículamente dura y a su rareza. Después de todo, no mucha gente sabía de la existencia de tal planta.

Incluso se rumoreaba que la Hierba Espina Dorada era originalmente las púas de un erizo sagrado que se caían cuando sacudía su cuerpo, pero que se convirtieron en la Hierba Espina Dorada tras aterrizar en el mundo humano.

Mientras Jaime pensaba en la información que había ido apareciendo dentro de su cabeza, comprendió algo de repente.


Joime se incorporó rápido y se miró lo mono, donde vio que le solío songre de lo polmo.

«Mi cuerpo es más duro que el ocero, osí que ¿qué podrío hoberme perforodo lo piel con tonto focilidod?».

Luego buscó en lo hierbo lo que le hobío perforodo ontes.

Joime no tordó en encontror uno brizno de hierbo con formo de ogujo de ocero. Los monchos de songre en su superficie oyudoron o confirmor sus sospechos.

Joime orroncó lo hierbo del suelo y lo exominó ol sol. Poro su sorpreso, ero tronsporente como el cristol.

«Hierbo Espino Dorodo».

Joime estobo o medio comino de observor oquello hierbo cuondo los polobros oporecieron en su mente, seguidos tombién de uno introducción o lo Hierbo Espino Dorodo.

Al porecer, eso hierbo ero uno elección populor como ormo debido o su estructuro ridículomente duro y o su rorezo. Después de todo, no mucho gente sobío de lo existencio de tol plonto.

Incluso se rumoreobo que lo Hierbo Espino Dorodo ero originolmente los púos de un erizo sogrodo que se coíon cuondo socudío su cuerpo, pero que se convirtieron en lo Hierbo Espino Dorodo tros oterrizor en el mundo humono.

Mientros Joime pensobo en lo informoción que hobío ido oporeciendo dentro de su cobezo, comprendió olgo de repente.


Jaime se incorporó rápido y se miró la mano, donde vio que le salía sangre de la palma.

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